Poemas inéditos de Samuel Orellana

SAMUEL ORELLANA (Maipú, 1978) Licenciado en Filosofía por la Universidad de Chile, jugó en las inferiores de Cobreloa hasta que abandonó el fútbol, su verdadera pasión, luego de que una fractura lo marginara de las canchas a los dieciséis años. El año 2003 fue becario de la Fundación Neruda por unos pocos meses. Se retiró a sugerencia de compañeros y directores. Los poemas pertenecen al libro inédito, Gol de Oro, que será editado el 2004.

 

 

Orellana –me dijo– sácate esa mala onda de la cabeza.

 

A NATALIA

Me contaron que estabas enamorada de otro. Entonces bajé a los camarines y escribí ese poema contra el árbitro por el cual me mostraron amarilla.

EL LEÓN

Blake le cantó a su tigre. Yo le canto a mi León y a la melena azul que agita sobre la cancha cuando aparecen las once garras de su terrible simetría, mi León. ¿Qué mano bullanguera diseñó tu estrategia? ¿Qué voces te alentaron por todo el territorio? ¿De qué pase a distancia o en profundidad se alimentó tu sangre? ¿En cuáles campeonatos ardió el fuego de tus ojos?

Desde la tribuna contemplamos la majestad en movimiento que destellan tus colmillos en ofensiva. ¿Pero quiénes han tejido la nervadura de tu formación? Me acuerdo de Ubalde Cruche o el loco Fournier, Eladio Zárate, Richart Báez, Delgado, Massaccesi, Mariano Puyol, cuántos otros. Y al comenzar los latidos de tu corazón azul ¿Qué mano terrible la del Superman Vargas? ¿Qué terrible zurda Leonel a treinta metros? ¿Qué cañón Víctor Alonso el año cuarenta? ¿Qué tanque Carlos Campos con el mítico Ballet?

Por eso te canto, mi León, por eso mojo la camiseta sobre el escritorio, hermano mío. Y que ahora mi voz se confunda en la tribuna: un sólo canto en los bosques de la noche y dale y dale.

IMPRESIONES DESPUÉS DEL CLÁSICO

A Natalia

Lo dejamos todo en la cancha. Fue un lindo partido aunque un poco trabado. Lamentablemente no pudimos concretar. El estado de la cancha no nos favoreció. Hubo un par de ocasiones para convertir pero los goles se hacen, no se merecen. Resultó imposible sostenernos con un hombre menos. El arbitraje por ahí no estuvo a la altura.

Hay que seguir trabajando durante la semana. Contamos con la confianza del técnico. Se nos viene un duro rival. Todavía dependemos de nosotros.

EX LATERAL IZQUIERDO DE COLO-COLO

En un quiosco del Paseo Ahumada compro el último tomo de los trágicos griegos que manda una editorial española. Me pasa el vuelto don Luis Hormazábal, el más trágico de los trágicos.

LOS DOMINGOS PERDIDOS

¿Adónde vai a esta hora? Estoy aburrida de que me dejes sola los domingos. Ya sabís que me acaloro en el estadio. No me comprai zapatos y me vai a comprar una bebida. Linda la cosa. ¿No te dije que iba a venir mi mami a vernos? Ya y no me mirís con esos ojos tampoco.

EL GURÚ

En el desierto del Paseo Ahumada un profeta con traje de banquero dice conocer a Dios. En lugar de Tablas de la Ley recibe todos los años la nómina de sus once apóstoles y un nimbo grasoso, envuelto en papel celofán: es el santo que nos acoge en la derrota como a niños que han perdido su único juguete. Él alivia nuestras heridas con el vapor de su aliento, el poder balsámico de su retórica comparable sólo a los cambios climáticos. Él cumplirá con todas nuestras mandas tan pronto le sea posible. Un profeta con traje de banquero cuya baba son las barbas de la sabiduría.

Dice codearse con los planetas mientras se arregla el nudo la corbata. Suda la gota gorda por conducir las ovejas a su propio redil. Pero nada lo complace tanto como lustrar las botas de un ilustre soldado que ya olvidó todas sus batallas. Y además recita el Séptimo de Línea con tal de convencer a las palomas de que el pan es un asunto secundario.

Él abrirá los mares para nosotros. Ya nos estamos haciendo la idea. Dale una moneda cuando pases al profeta con traje de banquero.

NO SEAN MALOS CON EL CÓNDOR ROJAS

Quiso el triunfo cuando el triunfo era imposible. Pidió comprensión. Le dimos la espalda. Todos queríamos un pedazo de la torta, un poquito de gloria para peinarnos en la mañana antes de salir a la oficina. No me vengan ahora a embolinar la perdiz ni a darle lecciones a la historia, señores: la honestidad no encontró silla en nuestra mesa.

No sean malos con el Cóndor Rojas. Y el que esté libre de pecado que se meta la primera piedra por la raja.

EL BALLET

Manuel Astorga cuida el travesaño, “Fifo” Eyzaguirre va por la derecha, “Pluto” Contreras en el aire acecha, Sepúlveda y Navarro, los de antaño.

Braulio Musso con Marcos hacen daño: el mediocampo azul busca una brecha. Arriba Carlos Campos aprovecha el tanque que le diera su tamaño.

Qué decir de Leonel a media cancha o de Jaime Ramírez, lindo pase que Ernesto “vieja” Álvarez convierte.

Éste es el Ballet, su gloria ancha después de muchos años no se pase a ver si en el futuro nos da suerte.

RÉQUIEM POR UN FUTBOLISTA

In memoriam Raimundo Tupper

¿Es que en realidad nunca te vi jugar? Mi corazón azul se entristece igualmente por ti, como por esos partidos suspendidos a causa de la lluvia en la memoria. Podría empezar a decirte ahora que han pasado tantos años desde aquel veinte de julio, ahora que estás muerto, por primera vez apasionado y gustoso: ¿fue como esperabas, es mejor estar del otro lado de la cancha?

Tus jugadas fueron siempre una semilla mal plantada, pero ahora que me llevas nuevamente a ese día y te veo pasar alado y fuerte a través de todo, creo que puedes dar frutos más allá de San Carlos y podría aplaudirte como a uno de los nuestros.

Espero que ahora, cerrado como estás o repartido  por el viento en los caminos del barrio alto, no sigas con ese absurdo engaño de los muertos: tú, joven hasta la disolución, encontrarás alrededor de las estrellas verdaderas la alegría que nunca sentiste entre nosotros. Pero cuán cercano estabas, preferiste hundir tu cabeza en el abismo de la desventura, caíste dentro de ti de manera fatigosa como fue siempre la costumbre de tu equipo a través de unas venas ya sin sangre.

Hay golpes, es verdad, lo que no esperabas fue ese peso del todo insoportable: algo parecido al brillo de una copa, de un cáliz (en la oscuridad de los montes y los olivos) tan pesado por ser tan verdadero. Ves, éste fue quizás tu momento más cercano a la galera pero no pudiste comprenderlo sino en el aire segundos antes de tocar el piso.

Oh este golpe que atraviesa los estadios y alguna vez las redes de ese mar a donde vamos, esto abierto que sin decir nada se nos cierra con esa corriente de aire, dura y cortante, de tu cuerpo cargado de impaciencia devastado hasta más allá del partido. Sí, es verdad, pediste el cambio antes de tiempo esa delgada mañana de julio y arrancaste sus máscaras junto con la tuya, en silencio, como si observaras a través de agujeros escondidos el secreto de un amague, un golazo en construcción o un viaje a las islas afortunadas: el pase a Europa que nunca se concretó, tantas cosas parecían arraigarse en ti, parecían.

No bastó que la suerte pusiera una mano entre tú y el comienzo de la ira, no quiero pensar en alguien capaz de detenerte cuando tú, mudo, saliste a consumarlo todo, sin pensar si fuiste bueno. ¿A quién puede importarle ahora, tantos años después? La muerte sigue siendo un asunto de los vivos.

En realidad nunca te vi jugar pero fui testigo de tu gloria la mañana en que llegaron con tu cuerpo ya santificado por dos días de luto. Tus hinchas gritaron como nunca y ahí estaba yo, aplaudiendo frente a uno de los nuestros, porque para eso jugamos, porque eso somos: el recuerdo de un aplauso, un par de piernas que se deshacen en la cancha, cansadas de eludir la marca de su sombra y de patear al aire sus gruesos espejismos. ¿Quién habló de victorias? El resistir lo es todo.

EL DRÁSTICO DE NEGRO

                                                            a José Pepe Hormazábal

Hay goles en la vida, anulados…Yo no sé! Goles como del odio de Dios; como si ante el arco, el sudor de todo un partido se empozara en el área…Yo no sé!

Son pocos; pero son…Abren zanjas oscuras en el rostro más brígido y el pencazo más fuerte. Serán talvez guanacos de bárbaros sargentos; o el drástico de negro que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Hinchas del alma, de una estrella adorable que el Marcador blasfema. Esos pitos sangrientos son las vacilaciones de un balón que en la boca del arco se nos quema.

Y el nueve…Pobre…pobre! Vuelve los ojos, como cuando injusta tarjeta nos cobra una trancada; vuelve los ojos locos, y todo lo corrido se empoza, como un charco de bronca, en la mirada.

Hay goles en la vida, anulados…Yo no sé!

 PABLO NERUDA MUERE POR TRIGÉSIMA VEZ

 

Bebed toda la sangre de este pueblo, yo soy el mayordomo de los suplicios. P.N.

Se va a morir Neruda cuando sepa que lo han convertido en una pieza de museo, otro mascarón de proa ante las olas de turistas que imitan con el flash de sus cámaras los relámpagos de la tormenta.

Se nos muere el poeta por trigésima vez en su pirámide de Bellavista, embalsamado por los años, lejos de sus mineros, sus mapuches, del pueblo que intercambia sus poemas por la estampa de héroes de realities shows.

Qué diría Neruda, amigos míos, si nos viera haciendo un festín con su carne de vaca sagrada, oliendo a basural su larga patria y los poetas de su patria metidos en el fango, no para escribir otra Residencia en la Tierra.

Se nos muere Neruda a manos de sus pajes, sus vestales perfumadas con las sobras del zoológico. Han convertido la casa del poeta en una cueva de gestores culturales: un largo guitarreo para alargar el velorio, la adoración de sus huesos como en una cazuela que él mismo preparó para sus invitados (mientras una tertulia gobernaba bailando con dientes afilados de caimanes nocturnos).

Dedicado a los censores del poeta Jaime Valdivieso.

 

MIS COMPAÑEROS DEL TALLER NERUDA

Lo primero de todo: sentarse y madurar.       Enrique Lihn

Me preocupan mis compañeros del Taller Neruda tan típicamente poetas jóvenes expertos en llenarse la boca de Poesía para empezar y terminar escribiendo en servilletas o en papel biblia versos zarrapastrosos: vinagre con azúcar en odres de última generación.

Salvo honrosas excepciones que no me atrevo a confirmar corremos el serio riesgo de consolidarnos como los nuevos piterpanes de la poesía chilena: eternos aprendices de nada según dijera Enrique Lihn, una de las nuevas pestes del poeta joven y urbano por desgracia que repite como loro iluminado sus hallazgos, sus flores ácimas, sin haber golpeado siquiera la puerta en casa de la Poesía.

Bellas poetisas: la Pizarnik ha hecho bastante por ustedes y todos nosotros, no escupan su agotado cadáver, no manchen su memoria, su palabra precisa como luciérnaga. ¿Van a seguir con esos versos comprados en algún sex shop fúnebre, esas pueriles fantasías lésbicas de niña bien? ¿Las han obligado a esperar miles de años para esto? ¿Acaso Rimbaud sobreestimó a las mujeres de mi generación? Te pregunto otra vez.

¿Es un premio o algo así lo que esperamos pescar, una mención honrosa, un ataúd lleno de laureles? Pero hemos envejecido los poetas jóvenes a imitación de nuestros antecesores inmediatos y en el asilo de los Premios Nacionales oficiamos de ganymedes o hacemos morisquetas ante las estatuas derruidas de los dioses.

Queridos compañeros, compañeras, con todo respeto: me tienen hasta la coronilla con sus versos de feria persa o artesanal, sus frágiles pergaminos escritos con cutex de uñas. Para eso prefiero jugarme una pichanga bien corrida con los socios de la villa. Y al que le quede el sombrero que se lo ponga, estamos?

 

ALTURAS DE CALAMA

i.          Del aire al aire, como una red vacía,             iba Zamorano entre las canchas y la atmósfera, llegando y despidiendo.

ii.         En las infinitas claridades de las praderas de Maipú             era una melena en busca de pelota:             Helo allí                        Helo allí             suspendido en el aire             Iván Luis Zamorano Zamora.

iii.         Dando vueltas desde sí mismo hasta dar con las piernas de su madre.

iv.        Y dale oh                                     Y dale oh             se escuchaba en el desierto de Atacama,            en las eternas y fosforescentes camisetas fundidas por el cobre             y arriba brillando el sol.

v.         ¿Y quién fue el salvador de ese pueblo condenado?             Su sino fueron las cordilleras de Chile:             Cobresal y Cobreandino en una plegaria que se cruzó con el infinito del desierto             donde los nevados no fueron otra cosa que espinas.

vi.        Y así como su frente fue la corona que ciñó de sangre el horizonte,             nuestro héroe cruzó el Atlántico de un puro salto             para cabecear el sol del invasor             a quinientos años del pitazo inicial.

vii.        Pero Zamorano volvió a cumplir el sueño de su padre,             a llenar de goles los lagos, las llanuras, las vertientes, las termas y cuánta cosa, no?            

viii.       Una vez más suspendido sobre el cielo, diluyéndose entre auras,             el eterno cobre de Chile.

ix.        De las alturas el Pichichi cayó a lo más genital de lo terrestre             y el desierto negó su melena y repartió sus vestiduras:             Cobreloa 4                                                     Colo-Colo 0             y el pétreo, sulfúrico y recontra infinito desierto de Atacama             le mostró el rojo del cobre: la tarjeta con la sangre             del pueblo de Chile.

x.         Sube a nacer conmigo, Zamorano.

            Dame la mano desde la profunda             zona de los goleadores expulsados.             No volverás del fondo de las redes.             No volverás del túnel subterráneo.             No volverá tu frente endurecida.             No volverá tu acento castellano.

            Sube a nacer conmigo, Iván Bam Bam             Zamorano.

IGUAL LO ENCUENTRO SUPER VÁLIDO *

POÉTICA POR ENCARGO

 La poesía para mí es algo igual como re importante y entrete que permite expresar mis más bellos sentimientos y más oscuras fantasías a veces como que me vuelo o sea onda como que me voy en la volá (¿les pasa?):

Le temo al acto pretencioso de elaborar poéticas. ¿Qué se puede decir ante la carencia de obra? ¿Nuestros proyectos? ¿Nuestras ganas? ¿Nuestras queridas fantasías?. La verdad, me parece ocioso tantear un proyecto fantasmal, crear una expectativa que probablemente no será satisfecha.

Muchas veces siento un dejo de pudor ante la seguridad con que algunos hablan de sus futuras Obras Completas, y la desvergüenza con que celebran sus aparentes o hipotéticos logros. A estas alturas del partido una excesiva confianza resulta más que peligrosa, tanto en relación con nuestras propias capacidades y en cuanto a la posibilidad real de la palabra como forma de comunicación.

Con suerte se atisban algunas rutas, brechas a golpe de machete:

1. Cada uno cargará con la tradición como pueda. En mi caso, se trata de una joroba que no puedo quitarme con ensalmos o supercherías. He encausado mis esfuerzos en un juego intertextual gozoso y festivo: aspiro a una salud, un ritmo propio con discos viejos: mi propia remasterización fraudulenta.

Cierto, admiro a Enrique Lihn, Rodrigo Lira, Padre José F. de Isla, la prosa de Stevenson, pero sobre todo el tiro de media distancia del “Torpedo” Nuñez.

2. ¿Por qué el fútbol? El poeta de hoy a lo más aspira a ser leído por otros poetas. Aterrador. El referente del fútbol quiere crear una apertura hacia un lector que nunca debimos perder. Considero esto una tarea aún inconclusa, y aunque bien intencionada, un poco ingeua.

Finalmente mis poemas sobre fútbol exigen una lectura ideológica y hasta política: del fracaso de Candonga Carreño al extravío moral de una comunidad.

3. Sí, en cuanto a las novedades de la presente entrega, es más lo que el lector puede decir. “Neruda muere por trigésima vez” se trata de una reacción virulenta frente al atropello que sufre un hermano ante los poderes fácticos de la cultura. Si bien infamias como éstas se producen cada vez que se asocia la cultura al poder, considero positivo lavar la ropa en casa.

Por otro lado, me ofusca el tono beatificante que se le sigue otorgando a Neruda. El poeta todavía espera su juicio, y treinta años de elogios incondicionales me han dejado exhausto.

“Mis compañeros del Taller Neruda” comprende un panorama del hastío. Deseo aclarar que no se alude exclusivamente a mis amigos becarios de este año, sino que debe leerse como un telegrama cantado y abierto a los poetas jóvenes de nuestro momento. Digamos, una voz de alerta.

“Alturas de Calama” reúne tres vacas sagradas fácilmente identificables en el juego intertextual que enuncié arriba. Alude a la compleja tradición nacional y latinoamericana de la reivindicación y el triunfo moral.

“El Drástico de Negro” es un humilde homenaje a los relatores deportivos, capaces de crear una poesía más alta que muchos de nosotros.

“Réquiem por un futbolista” y “Juan Enrique Carreño” contienen ciertas variaciones con respecto a la primera entrega. “El León” lo incluyo sin modificaciones por considerarlo un poema representativo de mi trabajo y digno de relectura.

En cuanto al poema “A Natalia”, qué puedo decir: efectivamente me contaron que estaba enamorada de otro.

Una cita de T.S. Eliot para terminar:

Así pues, aquí estoy, en medio del camino  …

tratando de aprender a usar palabras, y cada intento

es enteramente un nuevo empezar, y un diferente género de fracaso.

(¿no les pasa?)

 

*Poética preparada por el autor para su lectura en el taller de la Fundación Pablo Neruda, 2003.