DE TRADUCCIONES, CONSENSOS Y OTRAS ASEPSIAS

Por Fernando Blanco

El último saber flota, muy mono, antes de hundirse
"El Niño Taza", Osvaldo Lamborghini

Exilio: 1. -Separación de una persona de la tierra en que vive. 2.-Expatriación. 3.-Efecto de estar exiliada una persona. 4.- Lugar en el que vive el exiliado.
Arenas, Reinaldo; Goytisolo, Juan; Levi-Calderón, Sara; Mistral, Gabriela; Peri-Rossi, Cristina; Sarduy, Severo (1)

Nacionalidad: Condición y carácter peculiar de los pueblos e individuos de una nación. 2.-Natural de una nación en contraposición a extranjero

Pornografía: Caracter obsceno de obras literarias o artísticas (R.A.E. 1970)

Obscenos: Todos los que están fuera de escena.

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Nuestra historia literaria ha operado siempre sobre los textos que la componen con una actitud y un sentido evidentes, consagrar y salvaguardar una escena doble de lo chileno. Por una parte, y para esto atraigo la mirada sobre las Artes Visuales. Nos encontramos con el despliegue, como fondo de ojo, de una peculiar visión del escenario nacional, ligado a las representaciones de lo oligárquico o lo hacendado: hablo de la fijación de Chile como el - único- "paisaje del valle central" con casa al centro y Andes como horizonte -consagrado por un Onofre Jarpa, un Pedro Lira o un Valenzuela Llanos- cuya modalidad discursiva en la pintura nos remite a un deseo de mantención de un orden, de un estado de cosas, de un modo de ser de clase, cuya fijación simbólica define, también para la literatura en el país, una serie de metáforas que tienen que ver con la casa o la familia y que sellan los patrones representacionales, paródica e irónicamente, de "lo chileno" en la creación literaria.

Desde otro punto de vista, nuestro canon literario ha compendiado la columna vertebral de una cierta "literatura chilena"(2), a través del establecimiento de relaciones jerárquicas entre sujetos-autores -unos superiores y otros inferiores, que enraizados a las tradiciones de principios de siglo- me refiero a las teorías generacionales, por una parte, y mediadas por los diferentes niveles críticos, a saber, la academia (los intelectuales) (3), orientada hacia intentos sistematizadores, en su mayor parte de producción o programáticos, orientados, además, por hábitos de pensamiento incuestionables, tradiciones retóricas (movimientos y escuelas); los diferentes esfuerzos editoriales: Nascimento, Zig-Zag, Universitaria, Quimantú, actualmente, las transnacionales Planeta, Alfaguara, las chilensis Andrés Bello, Universitaria, siempre en la negociación de inscribir y apropiarse de un capital simbólico, cuyo patrimonio asegura un segmento lector cautivo por medio de las estrategias de montaje y circulación de los "libros" (novedades) y que perpetúa un "modo social de ser"(4) -excluyo a Cuarto Propio y Lom por considerar que sus proyectos editoriales, aún cuando sus emprendimientos caen parcialmente dentro de las lógicas del mercado- apuntan, más bien, a la consecución de la regeneración discursiva postdictadura, a un deseo de devolver la voz a una memoria enmudecida y deshistorizada, y, por ende, se hayan más interesados en la difusión del capital cultural que en la reproducción de poderes y privilegios asociados a una institución como la familia/nación (los políticos) y, por último, los críticos(5), quienes en su mayoría desde tribunas periodísticas han desempeñado la labor pedagógica de orientar al lector con criterios que van desde el impresionismo crítico de un Alone o un Del Solar, hasta el género reseña literaria cuyo exponente máximo en la actualidad es Ignacio Valente –constituyendo en su conjunto a una espesa trama discursiva, a una familia intelectual, en la cual se disponen, uno a uno, los autores-parientes que consagran una peculiar identidad nacional en el ámbito de lo literario. Imaginemos una gran galería con altos muros blancos de los cuales penden, apretados en dorados corsés las series interminables de los retratos paternos. Este tipo de crítica, cuyo intento totalizante, ha pretendido construir un "linaje crítico"(6) en el que, creo se ha privilegiado la visión de un país homologado al concepto familia, ensamblándola al estereotipo de la higiénica familia chilena dominada por tácticas críticas escolarizantes que aseguran la perpetuación de la especie deseada, separando por medio de las operaciones descritas anteriormente a aquellos herederos que legitiman el orden propuesto y lo detentan en sus obras de aquellos otros que carecen de la "ordenación" consagrante (7) encargada de mantener "el cariz ilusorio" de ciertos proyectos mesiánicos (8), frente a los cuales se plantea el intento de resistencia y reconstrucción cultural de sus contrarios. Hablamos, entonces, de una comunidad crítica atravesada por una voluntad de poder, que cegada ante la escritura, esto es, frente a la Literatura,- zona de desestabilidad especulativa,- practica una suerte de sociología literaria que permanece fiel a las tradiciones lingüísticas, intelectuales y culturales ilustradas, sobre todo en lo que dice relación al concepto de "bien común" operado en el signo nación-familia y que, en su praxis, es contaminada por una serie de convenciones estéticas, patrones valóricos, intentos de difusión, vano documentalismo, razonamientos de mercado, permaneciendo de este modo, fiel a un sólo tipo de lectura, aquella que arroja como resultado la homogeneidad del movimiento, la inalterabilidad del sistema: anclar a una serie de rasgos cohesores dominados por una comunidad lingüística cuya operatoria conformaría, por último, un canon de caracter patriarcal extraterritorial definido así desde sus inicios (9) o por sus inicios y, por ende, excluyente, donde lo más grave es el ocultamiento del Gran Quehacer de nuestra literatura, esto es: pensar en justificar un ¿vacío inicial? que infiltra a nuestro país; reflexionar la limitación de la ficción de unidad, de totalidad; pensar en que Chile no es una raza, menos aún, La Raza o El Estado o La Nación, este es el tema, el capital del que se alimentan nuestros espacios críticos, ese travestismo cultural, esa imposibilidad, a la que el artista visual Juan Domingo Dávila llamó "Rota".(10)

Brevemente y sin extendernos más en este punto, nuestro sistema literario intelectual operaría, entonces, bajo cierto "tono de alta cultura nacional" que por medio de la definición de "clásicos"(11), -"evento discursivo que, institucionalizado, en diferentes coyunturas históricas, asume un enorme poder referencial"-, reproduce tanto los valores familiares como los valores patrios y que en este paradigma otorga a los sujetos discursivos masculinos el rol de protector y cautelador de una continuidad ejemplar, sistema que pretende en contra del deseo de un escritor cualquiera, la verbalización total de Chile, -la ficción de la globalización viene, paradójicamente, a reforzar esta idea, para unirnos al Todo debemos, antes ser Alguno- excluyendo, atentos carceleros, a toda la gama de otros subordinados que pueblan nuestra fantasmagoría literaria, incluido el propio autor: niños, mujeres, trabajadores, indígenas, Patas de perro, La Manuela, El Roto, La Loca.

Este monotráfico de signos económicos, políticos, culturales e ideológicos hilvana la artificiosa trama discursiva de la identidad nacional, regulando por medio de los mecanismos de habilitación y exclusión antes enunciados, lo permisible o no, lo que entra dentro del canon o lo que queda irremediablemente excluido de determinados universos simbólico-culturales. No pongo en duda la erudición o la pertinencia crítica de aquellos que han abierto la posibilidad de espacios de reflexión en torno al problema de la literatura, aun cuando estimo que todavía en Chile practicamos una suerte de sociología literaria, sí a aquellos que han construido catálogos en los que literatura y dinero van asociados y que arrogándose la condición de omnipotencia han unido a la Literatura a toda suerte de sistemas oficialistas. (Congresos de Escritores, Ferias del Libro, Concursos Editoriales) lugares en los que, necesariamente, para la mantención del sistema es necesario reproducir un"modo social de ser y estar".

Pornografía y Obscenidad

Sutil diferencia aquella que define en la estadística si una obra es o no es. De entre quinientos lectores no más de una docena definen un escándalo. La mayoría decide: porque las multitudes saben todo respecto de lo obsceno: aquello que no puede representarse sobre el escenario, o más bien, en escena. El asesinato de Agamenón a manos de Clitemnestra debe permanecer fuera de la vista de los espectadores, porque en la propedéutica griega la escena era siempre un lugar de aprendizaje. Luego un crimen es siempre obsceno. Esto es lo que lo define: ocultarse de la sanción. Evadir a la ley. Obsceno resulta evitar identificar los cuerpos con las identidades de los detenidos desaparecidos, pornográfico resulta la exhibición en TV de los "resultados" del informe Rettig o los despachos sobre el juicio del dictador en Inglaterra, seguidos de las reacciones de sus partidarios.

En la actualidad el sistema literario, a saber, lector-autor-texto-crítico-receptor está empeñado en que lo correcto para el individuo lo sea también para la multitud. Las grandes editoriales, nacionales y transnacionales pactan a diario los nichos en los cuales posicionar tal o cual recepción, definiendo un lector consumidor tipo y salvaguardan de este modo todo aquello que resulte un desvío de la norma. Curiosa situación cuando la Literatura es siempre desviación. Como contrapartida los escaparates, las vitrinas, los mesones, sobreexponen una oferta que pornográficamente iguala el sex appeal al best seller, sellado en la sentencia téngalo, poséalo, cómprelo. Con este ejemplo, en modo alguno nos apartamos de lo que hemos venido exponiendo hasta el momento, nada escapa a las estrategias de reproducción que operan entre la institución familia/nación y la institución literaria ( libro= razón=escolar), aventuraríamos que el mercado es una de esas estrategias, acaso ¿la más certera del neoliberalismo?.

Me parece apropiado introducir aquí una afirmación del teórico García Canclini quien ha señalado que en este fin de siglo "los practicantes del arte basan la reflexión de su trabajo, en las dependencias inesquivables del mercado y las industrias culturales"(12). Esto quiere decir que no podemos disociar en modo alguno la lógica del mercado (siempre endógeno) respecto a las culturas dominantes y subalternas, ya sea a nivel de género, etnia, nacionalismos, sexualidades o valores culturales.

Ahora bien, hecha la distinción anterior la existencia de una voz paternalista al interior de las prácticas críticas en la literatura chilena es, sin más, obvia. Una de las consecuencias lógicas de esta percepción ,es la inmediata articulación de un metadiscurso hegemónico representacional – Canon- que acoge, modela y reconfigura toda producción discursiva bajo el rótulo de "Literatura Chilena", el que de cuando en cuando, frente a exigencias formales de cambio- lógicas del orden- se actualiza con el adjetivo "Nueva". Para esta dictadura literaria la principal motivación es mantener vigente el espacio del "deber ser": deber ser hombre - deber ser mujer - deber ser nación: Y como consecuencia niega toda lectura que contribuya a desestabilizar algunas de las categorías centrales de percepciones binario- esencialistas en torno al sujeto, la familia y la nación.

Pienso en este punto en que la peculiaridad del connacional es rechazar la mezcla, la pérdida histórica desde la Conquista, apelando siempre a la manzanilla para el pelo cochambre del neonato, y, al mismo tiempo, la certeza de la imposibilidad de materializar el proyecto de raza pura, nutre y avala cierto travestismo cultural y político que nos caracteriza como nación. Este modo de entender la cultura nacional encuentra su punto de máxima eclosión y tensión durante el periodo de la dictadura y la pseudotransición ,el que como lugar de tránsito, de pasaje, y problematización de ese vaciado al que nos referíamos anteriormente, ha sido secuestrado de la recepción y problematización críticas. Abro en este punto la mirada sobre algunos textos que, a mi juicio., permiten establecer un correlato en torno a la discusión sobre la identidad y el ser nacionales y cuyas tramas textuales resisten interpretaciones globales paternalistas, rebelándose contra el control reorganizador del "canon". Me refiero a las novelas "El lugar sin límites" y a las relaciones entre Don Alejo y la Manuela, "El Roto" y al libro de crónicas urbanas "La esquina es mi corazón . En cada uno de estos textos nos encontramos con un conjunto de dispositivos textuales por medio de los cuales la escritura remite a la "escenificación" de la "opresión" que el individuo han configurado los diferentes mecanismos de poder (13). Nuestro razonamiento canónico inmediatamente reaccionará en contra de aquellos que dispersen, subviertan o disloquen, tal mandato. Serán objeto de supresión o sublimación las representaciones de lo erótico dispersadoras de las energías honestas y fecundas; las variaciones en cuanto a las opciones sexuales e identidades genéricas; las representaciones minoritarias, todo modo social de ser .exceptuando al realismo de corte social. Excepto, evidentemente, en aquellos casos en que la exhibición tópica de tal o cual rasgo no perturbe el suelo ideológico sobre el cual se instala.

Pienso en la novela "El Viudo" de Jorge Ramírez, como un ejemplo de "control regulador" , un modelo ficcional de consenso, en la cual podemos observar como uno de los protagonistas , un prostituto, "medio gay y medio macho" , cuya bisexualidad es sólo un recordatorio del discurso ideológico dominante en torno a lo masculino y lo femenino, acaba suicidándose al final del texto, configurando la visa de entrada para esta novela al mercado: signada por figura del chivo expiatorio .

Un caso diferente lo constituyen aquellos textos no despojados de su poder desestabilizador, porque no han armado sistema. Qué quiero decir con esto. Que no han hecho coincidir la convención sobre la sexualidad o el género con su expresión narrativa. El gesto acomodaticio sobre el estereotipo anula la trasgresión, neutralizando de esta manera las posibles interrogantes que un texto pudiera levantar frente al, por ejemplo, a las lógicas falocéntricas. Pienso en las lógicas editoriales de novela gay para público lector gay , fenómeno editorial muy común en nuestros mercados libreros(14). Diferente resulta observar como en el otro caso que ya hemos enunciado, el carácter trascendental del imaginario encarnado en la figura de la Casa se ve subvertido al ser desalojado desde el espacio de la familia, lo íntimo, hacia el espacio de lo público, lo democrático. Podemos observar en este gesto a un escritor contracanónico, como Pedro Lemebel, quien escoge como escenario para "contar" sus historias La Calle, más aún, La Esquina- lugar de paso, tránsfuga- espacio que asimila a su corazón, a la intemperie estableciendo este otro " hábitat" como el territorio de su identidad . Un segundo elemento lo constituye, el lenguaje popular, la propia materia significante, parodizando "el criollismo" caracterizador de la literatura nacional y de esta manera instaura dos formas de desacralizar el ámbito sagrado de la nacionalidad.

Este horizonte de lectura propuesto escapa a la convención crítico receptiva, desde el formato "crónica", hasta la imagen del narrador, y los temas, pues las estrategias textuales de Lemebel evaden el set del statu quo homosexual hispanoamericano: apuntando más bien a escenificar obscenamente, en un cuerpo textual pornográfico, un cuerpo que se abre al mundo exterior (como en la crónica "Las Amapolas no tienen espinas"), un cuerpo con la boca abierta, el ano abierto, sin embellecer los rostros, sin almidonar la muerte: el impacto social del SIDA, la transición político cultural del país, el devenir de las minorías, los consensos, y toda suerte de eufemismos pactados en la última década.

Llegar a este punto me acerca al tema de la mesa. Me refiero al hecho de poder evidenciar un rasgo que asociado a la disidencia simbólico- representacional frente a lo hegemónico no se encuentre unido indisolublemente a la opción sexual o al imaginario sexual del sujeto textual del relato analizado e incluso de la noción misma de género. Néstor Perlongher en un ensayo titulado "La desaparición de la homosexualidad"(15) adelanta en casi una década la tendencia cada vez más frecuente, de generar compartimentos estancos como producto de una actividad disciplinante sobrecodificadora de los sujetos y el peligro que reviste "domesticar" un modo y un lugar para ser y estar. Para el autor del ensayo antes mencionado, este movimiento conduciría irremediablemente a una de dos posibilidades: aquello que en un comienzo surgió como un principio de ruptura de un orden se transformaría en un ghetto reconocido y con derecho de ciudadanía, que se resignaría a ocupar un lugar previsto e incurriría en una creciente demanda de conocimiento por sí mismo y para sí mismo, como podría serlo la relación medicalizada entre S.I.D.A, homosexualidad y ciencia o bien, imprimiría una vuelta de tuerca a estos gestos teóricos del orden pasando a constituirse en un devenir, un proceso estallado en múltiples puntos de fuga. En la misma línea reflexiva, Jean Franco advierte, en un texto aparecido en la revista Nomadías (16), que " no deja de ser irónico que las mujeres y las otras identidades sexuales empiecen a participar en la esfera pública exactamente en el mismo momento en que el pluralismo permite la "variedad indiferenciada", pero bajo un sistema de control discreto y anónimo. Como ha señalado Gayatri Spivak, la nueva cartografía global ofrece a ciertos grupos participación en el centro."

Ambas posturas plantean el peligro que reviste para los estudios lésbico-gays ser absorbidos, vampirizados por el pánico moral, que ven en ellos sólo la aberración anecdótica sodomítica los que una vez "diagnosticados" y "recetados" pasan a formar parte una serie de problemas sociales que ven las diferentes opciones sexuales como una patología, igualados al alcohol, la guerra, la pornografía, el aborto, el divorcio e inactivarlos, de esta manera, en su poder modificador.

Desde la aparición de los estudios de género en los espacios académicos hace más de dos décadas mucha agua ha corrido bajo el puente. Partiendo por las interpretaciones más históricas, Beauvoir y " la mujer no nace mujer" hasta las teorizaciones feministas en torno al carácter social de su construcción, esta mirada ha servido para visibilizar la diferencia, tanto como, los mecanismos que afectan las relaciones de conformación de la subjetividad. Mérito innegable. Sin embargo parece ser que la literatura y sus operaciones van más allá.

 

Uno

Me pregunto acerca de las relaciones que el poder tiene y sobre las formas que asume frente al problema de la sexualidad, digamos al dispositivo retórico de la sexualidad... por lo menos en lo que concierne a su estado "natural", el de apariencia o el de artificio. Más bien pienso que en el caso de la literatura se trataría de valorar el trabajo de elaboración de un texto para centrarse en la proposición emitida por el sujeto como una toma de posición desde la cual indagar y preguntar por la propia subjetividad, acto el cual va mucho más allá de la mera identificación entre cuerpo y género y que constituiría un abierto desafío a la conformación ideológica de los modos dominantes de la representación. Al plantear lo anterior reparo en las dos novelas citadas anteriormente. Cuál sería el interés de un acercamiento de este tipo a textos en los que se instale un relato de vivencia homosexual: definitivamente no marcar el sexo biológico del autor, su autopercepción como hombre o mujer, clasificar sus preferencias sexuales, dilucidar sus fantasías sexuales, definir anecdóticamente un castigo para el desviado, sino en observar cómo se ha configurado en un sujeto el impacto de las estructuras del poder, ya sea este político, sexual, económico y que genera una imposición identitaria muy alejada de lo que podríamos entender como una voluntad individual, personal e íntima. Esto podría parecer contradictorio, pero es evidente que estamos hablando, siguiendo lo afirmado por Diamela Eltit (17) de "todos aquellos grupos oprimidos por el poder central, tanto en los niveles de lo real como en el simbólico, y cuya posición frente a lo dominante mantenga los signos de una crisis, hablamos, extendiendo la metáfora, de lo femenino" y no de anecdotarios rosa, con chivos expiatorios que purguen con su vida en beneficio de la higiene burguesa. Atraigo aquí las propuestas escriturales de novelas como "De Dónde son los cantantes" o "Cobra", "Otra vez el Mar", "Sobregondi retrocede" en las cuales el mundo se ha desrrealizado completamente y en las cuales, a pesar de encontrarse elementos homoeróticos, la articulación central del sentido pasa por la identificación de categorías de identidad subversivas en esos sujetos y sobre todo por la de revertir el concepto de homogeneidad cultural traban los modos o estrategias de mantención de relaciones preexistentes a los textos. En todos los casos, la salida, el exilio ha devenido en catástrofe inicial que expulsa, fragmenta, al sujeto lanzándolo a realizar una serie de mediaciones recuperatorias equiparadas al acto de escritura, que en un caso lo transforman en una serie de travestis que se interrogan por el origen de la cultura cubana; en la novela de Arenas, el sujeto escindido asume la forma de un doble narrador que desplegado en dos géneros, Narración y Poesía, articula las bases del sin sentido en la imposibilidad de nombrar toda la realidad, en el tercero de los casos, un Sade trasandino deforma el logos por medio de la inscripción de los fluídos del cuerpo, baba, sangre y semen, estatuyendo la no-palabra, el no- discurso, la ininteligibilidad .

Dentro de la literatura, la sexualidad - el significante vaciado- vale por su potencia intensiva, por su capacidad para producir estremecimientos, movimientos de reflujo como la aparición de ciudades satélites alrededor de las megápolis, ciudades que expolian los eriazos, esos sitios improductivos, como los poros de un cuerpo. No se trata de que sexualidad e identidad se adhieran y consuman, recíprocamente, sino de evitar la "normalidad" de las categorías relacionadas con , por ejemplo, el concepto de gay...

Dos

... Aun cuando podamos reconocer y estar de acuerdo en la importancia vital que tuvo y tiene el aporte teórico de los discursos postestructuralistas y, sobretodo, el de la crítica feminista para el reconocimiento, diferenciación, problematización de categorías centrales como el de las conceptualizaciones en torno al género, y por ende, del descentramiento de la noción de sujeto, la desinstalación del paradigma decimonónico que clausura la representación masculina, patriarcal como hegemónica, no es menos cierto que en el contexto local todavía existe el riesgo en algunos sectores de malentenderlo y caer en la tentación "canonizante" de colocar toda otredad dentro de un mismo saco. Desconfío, entonces, de los intentos normalizadores de los saberes crítico-académicos, que a través de la segmentación, de la codificación, de la descanonización pretenden definir un "orden natural del desorden" (perversiones y decadencias en el siglo XIX, desviaciones de lo dominante en el siglo XX) ahuyentando de esta manera toda posibilidad de autonomía para el cuerpo textual, el cual permite lecturas que rescaten algo más que la identificación de una opción individual, esto es la reafirmación de una identidad, aquietando la rebeldía de los principios rupturistas que animaban a estos conceptos en un primer momento, volviéndolos sólo una voz (adjetiva) homogeneizada, moderada, conciliada y conformista - o proponiendo una inmolación reguladora que no hace otra cosa que confirmar el canon homofóbico de nuestra crítica y el peligro que reviste para algún sector historiografista que se contenta con exponer las diferencias sin subrayarlas operando los textos en sus formas evidentes: género histórico, temáticas, tipos de receptores, esculpiendo una escena literaria, que no lesiona, no abre, cuestiones más radicales para el contexto cultural chileno e incluso hispanoamericano.

La centralización del concepto de género, como categoría fundamental de análisis histórico, o el problema de cómo entender las relaciones entre género y sexualidad, tanto para los estudios feministas como para los estudios lésbico-gays en esta hermenéutica resulta de un interés central. Esto es, reparar en el hecho de descifrar el significado de lo sexual inscrito en diferentes formas de expresión cultural, al mismo tiempo que, intentar descifrar el significado de lo cultural inscrito en las prácticas y discursos del sexo. La distinción entre ambas miradas está todo el tiempo negociándose entre estos dos campos disciplinarios.

Sin intentar resolver ni zanjar la discusión podemos aventurar una salida diciendo que: el objetivo fundamental para los estudios lésbico- gays es el intento de establecer el centralismo analítico del sexo y los dispositivos de la sexualidad en tanto diferentes campos de problematización y que, su interés político es expresar y aumentar el interés de lesbianas, bisexuales y hombres gay para contribuir cultural e intelectualmente a los movimientos lésbico-gays contemporáneos, en particular, focalizar la mirada en lo que "significa" la marca de lo sexual en la diseminación y control del capital simbólico al interior de una determinada sociedad.

Frente a la pregunta por la literatura gay o queer o lésbica o más bien frente a la posibilidad de hacer una pregunta por la diferencia genérica en la interpretación crítico literaria de una obra determinada creo que pensar radicalmente las obras como lugares para identificar, describir, explicar e incluso denunciar los actos injustos, opresivos en contra de una sexualidad determinada acabaría por agotar el esfuerzo en una biblioteca igual de medicalizada que aquella que contuviera los volúmenes dedicados a observar el impacto social del S.I.D.A.

Tres

No digo que esto es más o menos correcto o más o menos incorrecto, sino que caer en el desconocimiento las inmensas posibilidades críticas que posee el pensar históricamente que somos parte del mismo discurso, de un tono, de cierto tono de transmisión que va de médicos a psicólogos, de padres a madres, de medios de comunicación a intelectuales y de ahí a los gobiernos... hasta llegar a saturar la experiencia individual con la medicalización completa de la sexualidad, tanto individual como social, nos impide ver que en este fin de siglo, aquí entre nosotros, en el momento en que la llamada "revolución sexual" ha llegado a un punto de saturación, vaciamiento, y, seguramente a una posterior disolución y reemplazo, nos encontramos crédulos frente a la certeza de haber logrado la aceptación de las discusiones acerca de las problemáticas de identidad o de reconocimiento y olvidamos, en una frase de Guattari, que exactamente cuando esto ocurre, al día siguiente del consenso, nos encontramos "frente a una amenaza de bloqueo y de paralización del proceso" o al menos, diría yo, de la supresión de sus canales de expresión.

Si el saber es portador de cambios, según Bourdieu, entonces es necesario que reparemos en la pornografía , esto es, en las ilusiones y sus discursos portadores: el primer plano informativo, al mismo tiempo que le devolvamos a la Historia todo aquello que constituye a la obscenidad. Una vez hecho esto quizá logremos ver a los hombres y mujeres decir todo aquello que realmente desean y de la manera que ellos elijan.

Notas

(1) Todos estos autores hispanoamericanos se vieron obligados al autoexilio de sus respectivos países. Tres de ellos murieron en el extranjero.

En el catálogo de la exposición In Situ (1996) de la artista visual Voluspa Jarpa, el crítico de arte Justo Pastor Mellado problematiza una serie de ideas similares en torno a este punto.

(2) La última reorganización canónica de caracter escolarizante la ha constituido el programa de lecturas obligatorias para la Enseñanza Básica y Media , el que reúne un gran número de títulos de la Editorial Planeta ,los que no consideran a autores no consagrados o "de " la Editorial entre los propuestos. También los talleres literarios Planeta y Zona de Contacto han generado "narrativa" de monocultivo.

(3) Bibliografía de la Novela Chilena de Cedomil Goic (Edit. Universitaria) 1962; Literatura Chilena del siglo XX de Fernando Alegría (Zig-Zag) , 1967; Panorama de la Novela Chilena de Raúl Silva Castro (FCE), 1955.

(4) ¿Tradición, familia(nación) y propiedad?

(5) Historia Personal de la Literatura Chilena de Hernán Díaz Arrieta (1955)

(6) Fernando Alegría en Literatura Chilena del siglo XX , pp 133 y ss.

(7) Pienso en este punto en la obra de la artista visual Voluspa Jarpa donde sus dos centros temáticos "el eriazo" y la casa de emergencia emergen como dos nódulos que refractan las "elecciones esperadas" de un modo social de ser. Quiero decir, ninguna familia "bien", aceptaría vivir en "esas" condiciones o más bien en esos escenarios. Son lugares degradados, devaluados. Un mecanismo parecido se encuentra en los textos de Pedro Lemebel, referido claro a otro orden de preocupaciones. "La Loca" voz y narratriz de sus crónicas impacta directamente en las categorías pequeños burguesas del deber ser macho en la percepción de las sexualidades latinoamericanas, ahondaremos en el punto más adelante.

(8) El sistema dictadura, el de post dictadura y su última expresión la transición democrática son tres lugares de cierto oportunismo histórico sobre los cuales se han armado variadas "re-presentaciones" de lo nacional en el ámbito literario.

(9) Se me ocurre pensar en un título que ilustra el problema y que en el libro que enmarca, desarrolla parte de lo expresado en este punto: La Invención de América , T. Todorov.

(10)Nombre de la exposición realizada en la Galería Gabriela Mistral en octubre de 1996

(11) Utilizo la definición de Julio Ramos "Contradicciones de la modernización literaria en América Latina: José Martí y la crónica modernista.

(12) En "Culturas Híbridas" cap. I despliega ampliamente esta reflexión.

(13) Sus autores son José Donoso, Joaquín Edwards Bello y Pedro Lemebel, respectivamente.

(14) Las novelas del peruano Jaime Bayly , "La noche es virgen" y " Fue ayer y no me acuerdo" son un claro ejemplo de esta última tendencia.

(15) Publicado en El Porteño N 119 desarrolla las preocupaciones de su autor en torno a las relaciones entre Política y deseo, marcando un giro en su reflexión

(16) Revista publicada al amparo del Programa Género y Cultura en América Latina, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile , 1996.

(17) Diamela Eltit citada por Nelly Richard en "Masculino/Femenino: prácticas de la diferencia y cultura democrática.pp.36.