mariluan: el lonko olvidado de la guerra a muerte.1822-1827 [1]  

  Rodrigo Araya Universidad de Chile

La última etapa de la guerra intertribal mapuche, que se prolongó más de cinco años, coincidió con la fase final de la guerra a muerte, es decir con la resistencia realista a la instalación del nuevo gobierno republicano por parte del Estado chileno.[2]  En esta etapa el protagonismo histórico correspondió principalmente a los mapuches y en especial al cacique arribano Mariluan, figura principal de su butalmapu.  Para la historiografía tradicional Mariluan permaneció en gran medida olvidado, siendo eclipsado en importancia por los lonkos Mangin, Colipi y Coñoepan.  Este lonko no mereció la oportunidad de ser mencionado como un lider político, porque fue incluido dentro del concepto del indio bárbaro y desleal, prejuicio del cual eran partidarios los historiadores positivistas del siglo XIX.  Barros Arana expresó que Mariluan era “inconstante en sus promesas, como era práctica entre esos bárbaros”[3].  La misma situación se observa en los trabajos de Vicuña Mackenna y Tomás Guevara en que sólo hay breves referencias  a su persona.

En años más recientes, el más importante representante de la historiografía de la escuela fronteriza, Sergio Villalobos, a pesar de sostener como tesis central la existencia de relaciones fronterizas pacíficas como el eje de la coexistencia entre mapuches e hispano-criollos, contradictoriamente se hace eco de la historiografía tradicional al momento de referirse a la participación mapuche durante la guerra a muerte, porque expresa que los factores motivacionales de los indígenas estuvieron dados por la influencia de los jefes realistas, quienes los habrían inducido a la lucha y por “la animosidad latente y el odio secular contra el blanco”[4].  Por lo tanto, siguiendo aquel planteamiento, se hace innecesario estudiar cabalmente a los lonkos del período de la guerra a muerte, porque no habrían realizado acciones de mayor trascendencia que merezcan una atención por parte de la historiografía chilena.  Problema que se hace evidente al momento de estudiar los últimos años de la conflagración, en que la actividad política de los jefes indígenas es indudable al tenor de los documentos, como aquel que hace mención al parlamento de Tapihue de 1825 y todas las anteriores gestiones que se llevaron a cabo, para que tuviera éxito. 

En un reciente artículo, Eduardo Téllez estudió a los butalmapus durante un período de la guerra a muerte.[5]  Téllez se refiere también a la existencia del lonko Mariluan, quién habría sido un llanista oriental que entró en relaciones de alianza con los arribanos de Mangin para hacer frente a los mapuches partidarios del gobierno patriota, temeroso de perder los privilegios que había conquistado durante la monarquía borbónica.  Sin embargo, el estudio no logra clarificar la pertenencia a distintas agrupaciones de los lonkos Mangin y Mariluan, debido sobre todo a lo exiguo del tiempo analizado, insuficiente para comprender en su real complejidad la participación mapuche durante la guerra a muerte.

En la presente ponencia, planteamos dar a conocer la importancia que tiene en la  conclusión de la guerra a muerte, la actuación del lonko arribano Mariluan. Sostenemos que el jefe mapuche encabezó el antiguo proyecto político de los caciques gobernadores que consistió, en dotar a la Araucania de un mínimo orden que le permitiera desarrollarse en armonía junto a sus vecinos hispano-criollos.[6]              

Al igual que Curiñancu, Leviant y otros insignes lonkos mapuches y pehuenches, Mariluan  vivió el tránsito de ser un jefe de guerra para pasar a convertirse en un artífice de la paz, pues se esforzó en terminar con la guerra en territorio tribal y en mantener intacto su poder, hecho esencial para poder garantizar la obtención de su primer objetivo.  Para ello recurrió a las armas como a las herramientas de la diplomacia, hecho que fue incomprensible para sus interlocutores chilenos, quienes sólo se explicaron sus repentinos cambios de política en la conducta mentirosa, inherente al mapuche.

La tarea para Mariluan no fue fácil, pues debió enfrentar un complejo escenario bélico que se prolongaba por años y una serie de factores endógenos: la división de las agrupaciones mapuches ante la problemática que significó el construir un nuevo marco de relaciones inter-tribal y la búsqueda de la manera más conveniente para hacer frente al Estado chileno, lo que se tradujo en la hostilidad de los abajinos a su proyecto autonomista,  quienes deseaban obtener para sí la representación oficial del mundo mapuche ante el Estado chileno, sumado a la tradicional rivalidad de los primeros con los arribanos; el segmentarismo tribal y el conflicto social entre los lonkos, más favorables a la coexistencia con los hispanos y los mocetones, partidarios del antiguo ethos guerrero.

En el fondo, la prolongación del conflicto mapuche, se debió fundamentalmente a la dificultad que significó el reestablecer los equilibrios de poder en la frontera.  Estos se vieron afectados por tres importantes factores.  En primer lugar, por la ya mencionada división de las agrupaciones mapuches ante el nuevo escenario que significó el surgimiento del Estado chileno, problemática que significó el construir un nuevo marco de relaciones.  El segundo factor tuvo relación con la presencia de elementos rebeldes a la autoridad del Estado chileno, refugiados en el territorio indígena.  Finalmente, las ímplicitas aspiraciones de las autoridades chilenas de conquistar el territorio mapuche.  La combinación de estos factores gatilló una feroz lucha en la Araucania entre los tres bandos en pugna, conflicto en que las divisiones político-militares no van a obedecer a la oposición mapuche-huinka, sino que van a ser el reflejo de complejos intereses en que lo tribal se combinará con factores económicos y de política regional y nacional.  En el fondo, los líderes mapuches se van a valer tanto de los jefes realistas como de los representantes del nuevo Estado chileno, para defender sus complejos intereses que implicaban determinar quien detentaría la hegemonía política en la Araucanía, la que a su vez permitiría el libre paso a las riquezas de las Pampas argentinas.

Tras la derrota y muerte del jefe realista Vicente Benavides a comienzos de 1822, los restos de las fuerzas realistas al mando de Juan Manuel de Pico, se refugiaron principalmente en los territorios que controlaba Mariluan, porque ambos habían entablado una relación de amistad.

Ante la posibilidad de extensión de la guerra en territorio tribal, Mariluan, decidió entablar negociaciones con las autoridades chilenas.  Sin embargo, su principal interlocutor, el general Freire se mostraba desconfiado de la palabra del lonko arribano: “el proyecto de Mariluan es originado del estado de apuro en que las reducciones amigas en unión del oficial Ruiz han puesto probablemente a los de Collico, Boroa y demás aliados suyos...Las bravatas de los rebeldes son tan despreciables, como si esto que las hacen cuando más afligidos están.”[7]    

Mariluan, prosiguió con su política diplomática al entablar contactos con los comandantes de la Baja y Alta Frontera, Pedro Barnachea y Clemente Lantaño respectivamente, teniendo aquellas conversaciones la finalidad de celebrar un parlamento en Nacimiento, pero Venancio Coñoepan obstaculizó cualquier tipo de entendimiento al proseguir sus acciones bélicas en contra de los aliados de Mariluan, hecho que el mismo denunció en una carta a Barnachea cuando solicitó: “se lo comunique a Venancio, y que inmediatamente pongo sus correos a estos Caciques, para cortar estos malones, por lo contrario se perderá todo lo trabajado.”[8]   Por otro lado, Mariluan en su rol de gestor de la paz debió hacer continuos esfuerzos para evitar que otras reducciones arribanas y lafquenches se involucraran en las empresas de Pico y sus hombres.  

La constancia de Mariluan en celebrar un parlamento con las autoridades chilenas pareció dar sus frutos cuando acordó con Barnachea la celebración de un parlamento en Yumbel en diciembre de 1823.  Este último escribió una carta al intendente Rivera dando cuenta del hecho, pero este último dudó de la eficacia del parlamento porque tenía una pésima imagen del mapuche como señaló en una carta al ministro de guerra “La experiencia tiene acreditado que [el mapuche]es incapaz de abeniencia mientras se mira próspero y triunfante, porque solo los golpes fuertes lo hacen arredrar y diferir a las negociaciones de paz.”[9]

Mientras tanto, Barnachea elaboró una propuesta a objeto de presentarla “a los embajadores de los cuatro Butralmapu con el objeto de pacificación y tratar lo conveniente a la felicidad general”[10]  Este extenso programa contuvo en lo esencial tres principios:

1. La unidad entre el territorio chileno y mapuche, pasando los mapuches a ser ciudadanos chilenos.

2. La regulación de las relaciones fronterizas entre ambas sociedades,.

3. La mantención del río Biobío como “la línea que divide los terrenos de esta nueva unida familia”, pero conservándose los fuertes y colonos blancos al otro lado de este río.

Barnachea agregó otra propuesta que señalaba: “Habrá una Paz y alianza perpetua é inalterable entre ambos Estados. Su linea divisoria será el Biobío. Se protegerán mutuamente con fuerza armada cuando uno, ú otro Estado sea invadido por los Españoles ó por cualesquiera Potencia Extranjera.”(Subrayado en el original)[11]

Ante lo concluyente de la segunda propuesta de Barnachea surge la interrogante de la razón o razones de su redacción, pregunta que la respondió el mismo Barnachea al señalar que si los mapuches aceptaban el artículo N° 1 de su propuesta, se facilitaba el camino para que se apoyasen los siguientes artículos, pero Barnachea agregó que “Como me parece difícil que ellos entren por él, aunque haré los esfuerzos posibles a fin de conseguirlo, cuando más no puedo será necesario reconocerlos como independiente, y buscar su alianza, poniendo en lugar de aquel, el que por separado incluyo.” [12]  Es decir, el tema del reconocimiento de la independencia mapuche se transformó en un elemento de conveniencia política, que reflejaba la doble política del Estado chileno, porque el 26 de octubre de 1823 se había aprobado una ley que determinaba la ocupación de la Araucanía por soldados y colonos chilenos y extranjeros hasta el rio Imperial.[13]

Sin embargo el parlamento nunca llegó a concretarse debido a la inasistencia de Mariluan y sus representantes, ¿pero que habría motivado la ausencia del viejo lonko mapuche?.  La respuesta la podemos encontrar en un mensaje que envió Rafa Burgos a Barnachea en que afirmaba que Mariluan “arrojó la máscara” encontrándose dispuesto junto a Pico, para ir a maloquear a Lumaco, reducción responsable de numerosos malones.[14]   Por lo tanto, para Mariluan habría sido más importante responder a las agresiones de sus enemigos, que amenazaban su poder en la Araucanía con el añadido de que las acciones de los lumaquinos no eran objeto del rechazo de los chilenos, sino todo lo contrario. 

Pese a lo sombrío del panorama para Mariluan, aquel prosiguió en sus esfuerzos por restablecer el orden en la Araucanía, lo que significó el que se enfrentase a su viejo amigo Juan Manuel de Pico, porque cuando aquel intentó invadir la provincia de Concepción en unión de grupos arribanos de Bureo y Mulchen, Mariluan impidió su paso.[15] 

Este entrevero entre Mariluan y Pico nos muestra lo problemático de la presencia de los restos de las fuerzas realistas en la Araucanía ya que eran un elemento desestabilizador y motivo de justificación para la intromisión de los chilenos en los asuntos tribales.  Sin embargo este panorama tendió a cambiar con la muerte de los jefes realistas Ferrebú y Pico en 1824 .  La desaparición de ambos jefes facilitó el trabajo de Mariluan para reestablecer el orden en la Araucanía porque si bien continuó la presencia de elementos realistas al mando de los comandantes Ascencio y Senosiaín, aquella no constituyó una real amenaza para el Estado chileno y tampoco constituyeron un factor desestabilizador para el poder de Mariluan.

Otro factor que coadyuvóó en el reestablecimiento del orden tribal fue la disposición a dialogar de los lonkos abajinos, porque aquellos habían logrado alcanzar una importante cuota de poder en la Araucanía, especialmente Colipi, quién era el lider de los abajinos del norte y Venancio Coñoepan, sujeto extraordinario que logró su objetivo de obtener el apoyo de las autoridades chilenas para poder intervenir en el floreciente comercio de la sal pampina.[16]

De este modo se dieron las condiciones para celebrar el parlamento de Tapihue el 1 de enero de 1825.[17]   El parlamento, aunque es mencionado por Barros Arana, Claudio Gay y Tomás Guevara, si tomamos en cuenta sus disposiciones, observamos que aquellos historiadores omitieron referirse, a lo que a nuestro juicio, es el aspecto más importante del tratado, el reconocimiento ímplicito de la autonomía mapuche por parte del Estado chileno.  De este modo, según el artículo 18: “Los gobernadores ó Caciques desde la ratificacion de estos tratados no permitirán que ningun chileno ecsista en los terrenos de su dominio por convenir así al mejor establecimiento de la paz y union, Seguridad Jeneral y particular de estos nuevos hermanos.”[18]  Es decir, se reafirmaba la separación entre ambas sociedades como garantía de la paz en el mundo fronterizo, correspondiendo la presencia de cualquier chileno en territorio indígena, un acto claramente ilegal. 

  Este tratado, ratificado a fines del mismo año en el parlamento de Los Angeles, fue violado por el Estado chileno en el periodo de la Ocupación de la Araucanía y omitido en sus principales disposiciones por la historiografia tradicional chilena, porque entrega una sólida argumentación jurídico-histórica a los liderazgos mapuches, para exigir la reparación de la deuda histórica contraida por el Estado chileno.

Mariluan, por intermedio de este parlamento se alzó con un importante triunfo, al obtener el reconocimiento de la autonomía mapuche por parte de una de las principales autoridades chilenas de la frontera.  Este hecho, lo equiparó a los grandes caciques gobernadores de fines del periodo colonial y le permitió reafirmar un poder y prestigio en el seno del butalmapu arribano, que sólo Mangin-quién se marginó del acuerdo-era capaz de desafiar.

El tratado en líneas generales comenzó a cumplir sus objetivos desde su entrada en vigencia, a pesar, de la presencia de Senosiaín y especialmente de las acciones de la banda de los Pincheira.  No obstante Senosiaín dentro de lo precario de sus recursos siguió hostilizando a las fuerzas chilenas con la tolerancia de Mariluan, lo cual nos podría hacer pensar en una doble postura del lonko mapuche, pero si observamos lo complejo de la situación en el mundo tribal, Mariluan no podía descuidarse, debiendo mantener una actitud altiva ante los chilenos y sus enemigos y rivales mapuches porque la experimentada tropa de Senosiaín constituía un importante refuerzo en aquel delicado equilibrio de poderes.

El nuevo orden tribal, a juicio de los propios lonkos mapuche necesitaba legitimarse con la celebración de un parlamento general.  Guevara señaló que en una carta el cacique Pinolevi de Lumaco expresó el deseo de celebrar un parlamento cuyo objtivo sería “transar el espíritu de la pacificación y de la reconciliación en ambas partes”[19]

El proyectado parlamento se celebró en las ruinas de la ciudad de Los Angeles entre los dias 20 a 23 de diciembre de 1825.  En lo principal, se ratificaron las disposiciones del parlamento de Tapihue, se determinó reestablecer la institución de los capitanes y tenientes de amigos a fin de facilitar la realización de futuros parlamentos, lo que otorgaría mayor estabilidad a las relaciones chileno-mapuche.[20]

Pero a pesar del éxito conseguido por los parlamentos de Tapihue y Los Angeles, Mariluan habría decidido volver a combatir al Estado chileno, según un informe del intendente Rivera: “El cacique Mariluan...vuelve a enarbolar el estandarte de la discordia, y se prepara para renovar las escenas sangrientas que habían calmado a fuerza de sacrificios.”[21]

  Ante este aparente cambio de actitud, ¿que razones pudo haber tenido Mariluan para quebrar los acuerdos de Tapíhue y Los Angeles?, la respuesta habría que encontrarla en las acciones hostiles realizadas por los abajinos y la negativa de Barnachea y Rivera de influir entre estos últimos para que dejasen de hostilizar a los arribanos.  

Este escenario prebélico cambió radicalmente al ser cesados de sus cargos el comandante Barnachea, siendo reemplazado por el coronel Juan de Dios Luna; y el intendente Rivera, por Santiago Fernández.  El comandante Luna, si bien en un principio prosiguió las acciones en contra de Mariluan y Senosiaín, posteriormente resolvió negociar una paz definitiva con ellos.

Estas negociaciones llegaron a un féliz y definitivo término, el 16 de abril de 1827 cuando se presentaron en Yumbel, Mariluan, Senosiaín y el lenguaraz Tiburcio Sánchez.  Ellos se reunieron con el comandante Luna, quién portaba las promesas de paz del general Freire, las que fueron acogidas por los primeros favorablemente.  El propio Luna denunció la actitud pasada del comandante Barnachea y de los caciques de Angol y Lumaco, los que habrían obstaculizado las negociaciones con sus intrigas.[22]  Por lo tanto, se logró el término definitivo de la guerra en la Araucanía, cuando dejaron sus cargos como interlocutores del gobierno chileno ante los mapuches, los partidarios de la línea militar Barnachea y Rivera.  Mariluan, Senosiaín y sus seguidores, sólo terminaron de luchar, cuando se les garantizó la paz de los valientes, es decir, sin vencedores ni vencidos.  Mariluan logró la paz para el butalmapu arribano porque obtuvo el resguardo de que los abajinos iban a abandonar la estrategia de la guerra tribal, volviendo la tranquilidad a los rehues de la Araucanía.

De esta manera, finalizaban diez largos años de una guerra que había ensangrentado a la antigua región de la frontera, quedando sólo como un factor de inestabilidad para el orden republicano, la banda de los Pincheira.  La paz había vuelto a la Araucania, se habían reestablecido los equilibrios de poder fronterizos, Mariluan y los demás lonkos arribanos lograron mantener la independencia del territorio.  Pero estos logros no fueron definitivos porque el equilibrio de poder se mostró frágil.  De una parte, la paz permitió que se reiniciara el proceso de infiltración pacífica por parte de colonos nacionales, que lentamente capturaban las tierras tribales utilizando diversos subterfugios.  De otra, las principales tribus de la Araucanía emergían fatalmente divididas.  Los abajinos, que mayoritariamente apoyaron la causa patriota, mantuvieron fuertes lazos con el Estado chileno, de modo que el horizonte no se vislumbró nada tranquilizador para los arribanos. 

El gran merito de Mariluan y del resto del liderazgo mapuche fue que llegaron al consenso de que no podían eliminarse unos a otros, por lo que terminaron aceptando la existencia de los dos grandes bloques de poder político-militar: la alianza arribana y la abajina a la vez.  En el fondo la guerra a muerte en la Araucanía, se transformó en una guerra intertribal, en la cual se definieron los equilibrios políticos para el resto del siglo XIX.  Es decir, tras la violencia, un renovado orden fronterizo volvió a reinar gracias a las múltiples y complejas alianzas gestadas por sus líderes durante ese periodo.  ____________

[1]

Este trabajo fue realizado en el marco del proyecto FONDECYT 1000121 “Tipos humanos y espacios de sociabilidad en la frontera argentino-chilena 1800-1900”.  Mis agradecimientos a los comentarios realizados por el profesor Leonardo León.

[2]

Benjamín Vicuña Mackenna, La Guerra a Muerte, (Buenos Aíres-Santiago, 1972); Diego Barros Arana, Historia Jeneral de Chile, Vols XI-XIV, (Santiago, 1890-1897); Tomás Guevara, Los Araucanos en la Revolución de la Independencia, (Santiago, 1910).

[3]

Diego Barros Arana, Historia Jeneral de Chile, Vol. XIV, pág 312.

[4]

Sergio Villalobos; “Guerra y Paz en la Araucanía: Periodificación” en Sergio Villalobos et al; Araucanía: Temas de Historia Fronteriza, (Temuco, 1985), pág 24.

[5]

Eduardo Téllez, Espacios geoétnicos y confederaciones territoriales de la Araucanía en tiempos de la guerra a muerte, Revista de Historia Indígena 3, (Santiago 1998),.,

[6]

En la formulación de este planteamiento es fundamental la influencia de los trabajos del historiador Leonardo León, quien se ha abocado a estudiar las relaciones políticas entre las jefaturas mapuches y el Estado Español, sosteniendo la existencia de un pacto colonial entre ambos actores que tuvo por efecto años de estabilidad en el mundo tribal.  Revisar de su obra en relación al tema, “El Malón de Curiñanco. El surgimiento de un cacique araucano, 1764-1767” en Proposiciones 19, (Santiago, 1990); Maloqueros y Conchavadores en Araucania y la Pampas, 1700-1800, (Temuco, 1991); “Guerras tribales y estructura social en la Araucania, 1760-1780” en Revista de Ciencias Sociales, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Valparaíso, N°39, (Valparaiso 1994); Apogeo y ocaso del Toqui Ayllapangui de Malleco, Chile. 1769-1776, (Santiago 1999); Los señores de la Cordillera y las Pampas. Los Pehuenches de Malalhue 1770-1800, (Mendoza, 2001).

[7]

Freire a Picarte, Concepción, 12 de noviembre de 1822 en A.N.F.V.M, Vol. 14, fj 92-92v.

[8]

Mariluan a Barnachea, 22 de septiembre de 1823 en A.N.F.M.G, Vol. 136, fj 238v.

[9]

Rivera al Ministro de Guerra, Concepción, 4 de diciembre de 1823 en A.N.F.M.G, Vol. 127, s/f.

[10]

A.N.F.M.G., Vol. 136, fjs 281-284.  En relación a esta propuesta, el historiador Jorge Pinto, sostiene equivocadamente que se habría celebrado el proyectado parlamento de Yumbel de 1823, hecho que no aconteció de acuerdo a la documentación revisada. Ver Jorge Pinto: De la Inclusión a la Exclusión. La formación del Estado, la Nación y el Pueblo Mapuche, (Santiago 2000), pág 47.

[11]

Barnachea, Yumbel, 13 de Diciembre de 1823 en A.N.F.M.G., Vol. 136, fj 285.

[12]

Barnachea a Rivera, Yumbel, 13 de diciembre de 1823 en A.N.F.M.G., Vol. 136,fj 289.

[13]

Barros Arana, Historia...Op Cit, Vol .XIV, pp. 139-140.

[14]

Barnachea a Rivera, Yumbel, 31 de diciembre de 1823 en A.N.F.M.G., Vol. 146, s/f.

[15]

Barnachea a Rivera, Yumbel, 7 de julio de 1824 en A.N.F.M.G., Vol. 146, s/f.

[16]

Daniel Villar y Juan Francisco Jiménez, “Indios Amigos. El tránsito progresivo desde la autonomía a la dependencia étnicas en un sistema de contactos múltiples. El caso de Venancio Coihuepan en sus momentos iniciales (1827, frontera sur de Argentina) en Jorge Pinto, Edit, Araucanía y Pampas. Un mundo fronterizo en América del Sur, (Temuco 1996).

[17]

Más detalles del parlamento de Tapihue los podemos encontrar en Claudio Gay, Op Cit, pp 302-306.

[18]

“Tratados celebrados entre el Coronel Graduado de los ejércitos de la República Comandante de alta frontera, y Delegado de la Ciudad de los Angeles Pedro Barnachea, autorizado por el Sr. Brigadier de los ejércitos de Chile Gobernador intendente de la Provincia de Concepcion para tratar con los naturales de ultra Bio bio y D. Francisco Mariluan Gobernador de 14 Reducciones, contenidos en los articulos siguientes” en BN, Biblioteca Americana, Vol 492, Anexo 2, fj 2.

[19]

Pinolevi a Rivera, 15 de septiembre de 1825 en Guevara, Op Cit, pp. .606-607.

[20]

Barnachea a Rivera, Yumbel, 31 de diciembre de 1825 en A.N.F.M.G., Vol. 171, s/f.

[21]

Rivera al Ministro de Guerra, Concepción, 4 de abril de 1826 en A.N.F.M.G., Vol. 146, s/f.

[22]

Parte del comandante Luna, Yumbel, 16 de abril de 1827. ANFMI, Vol. 15, fj 659. Más información respecto a la reunión de Yumbel la tenemos en un parte de Borgoño al ministro de guerra, despachado de Chillán con fecha 18 de abril de 1827 en A.N.F.M.G., Vol. 166, s/f.