REINHARD HUAMÁN MORI nació en Lima, Perú, en 1979. Bachiller de literatura peruana e hispanoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es director de la revista de literatura ginebra magnolia, y codirector del sello editorial Campo de Gules. Ha publicado poemas y ensayos en diversas revistas. Los poemas que presentamos son inéditos.
el Árbol
a helena roig, hija de míl
Y SIN EMBARGO era un río donde no crecían ni raíces láudano ni fuego de árbol
ni siquiera... ni aún siquiera...
ni la tierra cuando fue ceniza derramada en sus horas repetidas sordas entre sistros y tambores y unos cantos como ramas alargadas
ni la lumbre retumbaba ni bellísima la encina nos hundía el corazón en las alturas dinastías de vástagos y dotes dinastías que se entierran en ciudades ciudadelas que se pierden en rescates y un hedor de boca restituye el don primero de las cosas: esta su primera causa donde brota el cedro sin semilla la historia su anatema INMENSIDAD DE SOL y entre las barbas de los árboles sus vestigios como antiguas mutaciones entonces nos cubríamos la espalda con la mesura de sus hojas entonces se nos calentaba la sangre y la vida era una sola entre la punta de los ápices entonces nos hinchábamos de agua y encogíamos la boca con el primer sorbo de luz por la mañana y de las escamas de la tierra nos brotaban sus eternas semejanzas CUÁNTA PASIÓN ANTE LOS PIES de una ladera y en el Árbol acaso el regocijo --acaso una semilla-- un robusto punto blanco que germina con la voluptuosidad del gesto y la abundancia de los años y el ímpetu... acaso un puñado de tierra que se estira entre la piedra el fuego y la marea crecía entonces boca arriba crecía entonces boca abajo y en las grietas de su rostro y en las curvas de su lomo se nos parecía un tronco fuerte se nos parecía un tallo hermoso PLENITUD... origen y destino de una breve danza quién pudiera detener su cuerpo entero y la fuerza de su trompa si no fuera por el verde de sus ramas y el escozor de sus raíces fecunda faja de tierra! --fecundo mar fecundo fruto-- y no había en el Árbol más que ofrendas cantos y presagios sin embargo un mutismo de tiempo nos estrechaba la voz y nos endurecía el brazo con la pesadez de sus racimos y un rumor del norte nos advertía del volumen en su sombra y el perfume de sus flores...