'Invento una lengua que debe brotar necesariamente de una poética muy nueva'

Stéphane Mallarmé

 

Introducción

Trabajar sobre la poesía de un autor que permanentemente es consciente de su quehacer poético se vuelve un desafío, sobre todo porque es preciso ver más allá de lo evidente - de lo que es dicho - y ser portador de nuevas lecturas que puedan enriquecer el texto, más allá de lugares comunes.

El objetivo de este análisis es precisamente ése. Hablar de Jorge Guillén, poeta que formó parte del grupo poético del ´27, es hablar de un autor que fue también un gran lector y que, por lo tanto, admitió en su propia escritura grandes influencias. Estas influencias fueron, siendo importantes para el análisis, poetas franceses que también plantearon la poesía como medio de transmisión de una pregunta por el cómo escribir, cómo asir la realidad mediante palabras, ejercicio plenamente autoconsciente e inteligentemente elaborado. Nombres como Valèry y Mallarme son completamente rastreables en la poesía guilleniana y en los objetivos que el poeta se propuso para la idea de un libro, una obra totalizadora.

Los estudios críticos sobre Guillén se han enfocado en el rastreamiento de distintos recursos en su poesía, principalmente de la metáfora, y de la relación de su escritura con la realidad del mundo, tomando perspectivas incluso fenomenológicas.

Pero la idea del presente trabajo es ir más allá. Después de todo, como menciona Silver, el origen francés se ha vuelto un tópico[1]. Tópico también el análisis de la metáfora y la fenomenología. Entonces, no se trata de una mera fijación por encontrar recursos afines, o demostrar que Guillén se inspiró en ellos - específicamente en Mallarmé - para trabajar sobre sus ideas de musicalidad y de poetización. Eso no sería ningún aporte. Lo que me parece interesante es problematizar (en la medida en que leer es precisamente eso) ciertos conceptos. Tensionar visiones de la literatura. Tensionar lecturas. No tratar solamente al escritor como una autoridad en el texto, sino también en su función de lector. Y para esto, es útil establecer la relación con otro autor que, también de manera explícita, acusa influencias mallarmenianas.

El poeta en cuestión es Juan Luís Martínez. Atractivo por varios motivos. En primer lugar, se trata de un autor de un tiempo y espacios completamente distintos al de Guillén y, sin embargo, el proyecto poético podría llegar a asimilársele. 'Podría' porque la idea de proyecto no es explícita, pero descansa sobre códigos parecidos: la alusión a la idea mallarmeliana de 'Libro' y la creación de una escritura autorreflexiva, así como la constante apelación al lector como parte importante del quehacer poético. Por otro lado, es interesante el vínculo porque los caminos hacia ese mismo fin, si es que existe como tal, son completamente divergentes.

Establecer una correspondencia entre Mientras el aire es nuestro[2], de Guillén, y La Nueva Novela[3], de Martínez, es el propósito del presente trabajo. Particularmente, los poemas a analizar son Hacia la poesía, del primero y El cisne troquelado, del segundo. También se trabajarán otros textos que sean útiles a la consideración, pensando en que considerar ambos libros en su totalidad es una empresa bastante compleja, sobre todo en este último autor.

Por otra parte, para el objetivo propuesto es importante poner en escena la teoría poética de Mallarmé, por lo que Un golpe de dados nunca abolirá el azar será central en la reflexión. Importante también rastrear una teoría - o literatura teórica - que sigue a Mallarmé, como Derrida, Blanchot y Barthes, entre otros.

Una lectura de Guillén y Martínez: lectores de Mallarmé.

La escritura mallarmeniana evidencia puntos interesantes para las actualizaciones que autores y lectores pueden hacer de ella, pensando en que su planteamiento literario pasa por su poesía y no necesariamente por una reflexión teórica de esta. Es así como se demuestra a sí mismo constantemente a lo que quiere llegar, dando lugar a una forma y un sentido nuevos, que serían precursores de las vanguardias artísticas. Los conceptos principales que desarrolló, y que pueden ser rastreados en el prefacio de Un golpe de dados..., se abocan a la creación de una poesía pura - importantísimo en la concepción simbolista de la literatura - que sea capaz de expresar por medio de la palabra las analogías universales y a la vez captar el indefinible absoluto, la significación de las formas (de los signos), la inclusión del silencio en la palabra poética y del blanco de la página y un despliegue de la palabra hacia sí misma. El poeta se aleja del principio mimético del arte.

La reflexión sobre la poesía pura es importante con relación a Valèry, quien pretendía que la poesía fuera 'absoluta', eliminando de ella los elementos superfluos que pudieran interrumpir la creación de una poesía clara, concisa, pura y perfectamente construida. También ser debía eliminar todo 'signo vacío'. Ahora, pensando desde Mallarmé, este concepto de 'signo vacío' es fundamental. Sobre todo para la lectura decontruccionista que se llegaría a hacer de él.

Es precisamente la idea de un signo que no remita a otra cosa, que no 'signifique', lo que marca ese repliegue hacia sí misma que Mallarmé veía en la palabra poética. Y esto se relaciona con la pureza del signo. Derrida, en un análisis de la poética mallarmeniana, apunta a esto: 'La pureza del signo sólo se advierte en el punto en el que el texto, remitiendo sólo a sí mismo, señalando su inscripción y su funcionamiento al tiempo que simulando referirse sin retorno a algo distinto de sí, «se queda sin siquiera un sentido»'[4]. Esta procuración por la pureza de la palabra deja fuera todo tipo de referencias autoriales, incluso Mallarmé se refiere a la omisión de una firma: 'Una ordenación del libro de versos apunta innata o por todas partes, elimina el azar; ordenación en extremo necesaria, para omitir al autor...'[5]. De esta manera, se inclina por un 'espaciamiento de la lectura'[6]. La relación de la omisión del autor con la aparición del lector y su importancia como ente activo en el poema es importante y Mallarmé plantea la actividad de lectura como una 'penetración'[7]. A este respecto, es imposible no remitir a Barthes, quien también ha reflexionado sobre Mallarmé, y su planteamiento de la muerte del autor: '[...]toda la poética de Mallarmé consiste en suprimir al autor en beneficio de la escritura (lo cual, como se verá, es devolver su sitio al lector)'[8].

Barthes refiere la intransitividad del texto, en la medida en que se repliega sobre sí mismo. La predilección del blanco por Mallarmé remite a esto:

'Los "blancos", en efecto, adquieren importancia, son lo primero que llama la atención; la versificación comúnmente los exigía, como silencio circundante, hasta el punto de que un fragmento, lírico o de pocos pies, ocupa, en el medio, alrededor de una tercera parte de una página: yo no trasgredí esta medida, sólo la disperso.'[9]

La escritura se liga al vacío y a la muerte de un creador, para dejar solo a una escritura autónoma que renace en la página en blanco, libre de toda voz. Blanchot, en una línea similar, apunta a esta des-escritura que convierte la escritura en un lugar de ausencia y de silencio: "la angustia de leer: cualquier texto está vacío - no existe en el fondo'[10], anticipando un momento conclusivo en el que la palabra escrita vuelva al lugar original: el blanco. El desastre blanchotiano vuelve la escritura sobre su pasado inmemorial, sobre su origen, sobre el silencio: 'lo que orienta toda la reflexión de Blanchot es el sueño del origen: en él, todos los sentidos son aspirados por un centro indefinidamente alejado, la obra está abierta en dirección al retorno, hacia la muerte y el silencio'[11]. De esta manera se desestabiliza la concepción de la palabra poética como comunicadora de una subjetividad con el mundo que la rodea.

La idea de poesía visual - significativa en Martínez -, según este espaciamiento de la lectura, es importante también en relación con la musicalidad de la poesía - que será importante en la concepción de la poesía guilleniana. Es más, Mallarmé plantea el poema como partitura.

Otro planteamiento importante para el poeta es la idea de un Libro, una forma teológica[12], una instancia totalizadora que contenga la universalidad, la idea de absoluto.

A estas alturas, ya es necesario incorporar la relación con los poetas - en tanto lectores - de estas ideas. Sobre todo apuntando a Guillén, desde una perspectiva que pretende ser original.

Con una impronta vanguardista, la poesía de Juan Luís Martínez remite a un trabajo escritural que evidencia un movimiento reflexivo hacia su propia escritura, su noción de lenguaje, y en última instancia de poesía - o de libro en términos más generales y totalizadores -, y crea un discurso poético paradójico tanto en su forma como en el mensaje que contiene. Poesía de cuestionamientos y contradicciones, se basa en la negación de sí misma, de una autoridad poética (en términos de propiedad y poder) y, por lo tanto, de una causalidad factible que procure asir tiempo y espacio en un orden conocido (poesía en pos de un orden desconocido, de un caos). Con respecto a la representación de esta poesía, Lihn apunta a la idea de un bricolage armado de restos, de materiales viejos. Estos materiales no se subordinan a un carácter determinado - y menos convencional -, más bien Martínez conforma su gran libro, su proyecto totalizador, con signos variados (lingüísticos, icónicos, etc.) que plasman en el papel la 'continuidad en el razonamiento por la discontinuidad de las imágenes en el empleo del silogismo [...] juegos del intelecto que lo localizan en el absurdo'[13]. El universo poético creado data una originalidad y complejidad que surgen de una ruptura profunda en tanto ya no se puede hablar de poesía propiamente tal, sino de una forma que no obedece a paradigmas tradicionales (tanto métrica como conceptualmente). Esto se revela en La nueva novela y gráficamente en el poema a analizar: El cisne troquelado.

Con respecto a la idea de bricolage, Derrida apunta a una idea similar con respecto a Mallarmé - lo que bien se puede ligar a Guillén, desde el punto de vista de su aprehensión de la realidad o la naturaleza en su poesía -: 'Mallarmé era consciente de: que su «operación» de la palabra constituía también la disección de un muerto; de un cuerpo disociable cuyas partes podían servir en otro lugar' y cita al autor: 'La Palabra, emparentada con toda la naturaleza y. de este modo, relacionada con el organismo depositario de la vida, se presenta, en sus vocales y diptongos, como una carne: y, en sus consonantes, como una osatura delicada por disecar. Etc., etc., etc. Si la vida se nutre de su propio pasado, o de una muerte continua, la Ciencia habrá de reconocer este hecho en el lenguaje...'[14].

¿Cuál es este otro lugar, donde las partes de este cuerpo pueden servir? ¿No será el lector mismo? Es en este sentido que se podría interpretar la vitalidad a la que tanto se alude en la poesía guilleniana, vitalidad que implica también la muerte, donde incluso se afirma el ser. Al respecto, Vicente Cabrera hace una relación entre la muerte y el ser en Guillén: 'El ser es, está, aquí y ahora, en virtud de las cosas que ya estuvieron antes ofreciéndosele. Está definido en y por las cosas. Se afirma el ser. [...] La muerte, desde el punto de vista del ser, es otra expresión más, aunque sea la última, de la vida. No hay necesidad de lamentar la muerte; esta responde a una ley del ser y no a un accidente. La vida ha de caer como un fruto.'[15] Guillén lo plantea en Vida extrema:

'En la palpitación, en el acento de esa cadencia para siempre dicha quedará sin morir mi terco intento de siempre ser. Ahí estará mi dicha.'

El mismo Guillén alude al carácter dialógico que posibilita la lectura de un texto, y que enriquece a éste: 'El autor y el lector se encuentran en una encrucijada de la Historia: Historia no Natural, sino Humana, vivida por seres libres... En esa hora de aparente soledad - el escritor se halla casi siempre solo ante su mesa de trabajo - ya está allí el otro personaje: el hombre a quien se dirigen aquellas palabras [...] el monólogo implica un diálogo en todo momento' y también en otro momento: 'Nos consta que una página dice lo que dice sin coincidir siempre con el propósito que le ha dado cuerda'[16]. Esta última afirmación resulta interesante para el análisis. Existe, para Guillén, cierta autonomía en el texto poético. Obviamente, su planteamiento nunca va a ser tan categórico como el de Martínez. Pero es interesante relacionarlos.

Martínez, en un seguimiento explícito a Mallarmé en su libro, re-lee la relación entre lenguaje, escritura y transparencia, en la medida que esta última refiere al silencio y al vacío. El lenguaje, según la 'Nota 5. Observaciones sobre el lenguaje de los pájaros. Véase: La literatura', que es importante para este hecho, lo aclara: es un lenguaje inarticulado, un medio de expresión irracional a través del silencio: es 'la otra cara del silencio'. Relación que transita por todo el libro y que dirige la atención a varios autores y, por ende, a varias escrituras en este afán intertextual que lo rige. Y es que su reflexión sobre el oficio escritural sigue esta misma línea, refiriendo un signo que se interroga a sí mismo y que es un signo vacío, que hace que el silencio suene (o cante, como en el poema) en el texto:

'SIGNE..................CYGNE ....... .Le ............. blanc de le ... ...... Mallarmé CYGNE ................SIGNE'[17]

Silencio que es iconizado (si es que se puede iconizar la transparencia) mediante la blancura de la página. Una blancura que revela al signo que se repliega sobre sí mismo, en un acto especular que a la vez lo hace desaparecer. Esto denota una crisis autorial que es finalmente la muerte de todo sujeto plasmado en el poema, anonimia que puede ligarse con lo que enuncia El cisne troquelado:

'también el agua borrará tu nombre: el plumaje anónimo: su nombre tañedor de signos borroso en su designio ..............................................................borrándose al borde de la página...'

Anonimia que revela, entonces, una intransitividad de la escritura. No remite a complementos externos, no hay nada al otro lado de la página, que no sea la página misma: 'El orden de La nueva novela, sin la unicidad de un sujeto que lo rige - ¿alguien? -, se impone autoritariamente, pero está intrínsecamente desautorizado'[18].

La (des)escritura evidencia los 'restos de un logos' (importante esta palabra en el juego de inversiones que Martínez crea con el nombre del perro que custodia el libro: Sogol), que significa esa intransitividad en el poema.

Idea que se puede relacionar con el concepto de Libro: 'el hombre jugaría a revelarse y esconderse a sí mismo: casi el Libro de Mallarmé'[19]. La escritura se resuelve en un acto legible e ilegible a la vez, escritura que es cifra, en tanto descifrarla es borrarla. En este sentido la lectura - o más específicamente una 'lecto-escritura' siguiendo a Barthes - es parte del proceso de borramiento que se liga con la intertextualidad. Desplazamiento de la subjetividad por la manifestación textual:

'El pliego / el manuscrito: su texto corregido y su lectura. La escritura de un signo entre otros signos. La lectura de unas cifras enrolladas. La página signada / designada: asignada a la blancura.'

El cisne troquelado designa el carácter de blancura a la escritura. Martínez, entonces, juega con las posibilidades del lenguaje y de la escritura poética. Una poesía que es una 'Nueva Novela' que borra al nombre autorial (NN), que transforma el lenguaje en silencio. Es precisamente una escritura que se vacía y que tiene a la página en blanco como su icono más revelador.

Con respecto a Guillén, el poema sobre el cual pretende trabajar: Hacia la poesía, da cuenta de lo importante del silencio como parte de la poesía, es decir, la escritura también incluye aquello que no se dice, que es capaz de otorgarle un valor trascendental a la escritura y al ser mismo:

'En el silencio es pura la palabra Sobre él se apoya como firme base. Mental, esa palabra me edifica Solo a mí.'

Es importante recordar la poética de Guillén, que registra Gerardo Diego[20] en su antología de poesía española: 'No hay más poesía que la realizada en el poema - y de ningún modo puede oponerse al poema un `estado´ inefable que se conrrompe al realizarse, y que por milagro atraviesa el cuerpo poético'. Esta afirmación contiene los conceptos importantes en la poesía guilleniana y que bien pueden ligarse a Mallarmé y ponerse en diálogo con los de Martínez ya expuestos.

La idea de Guillén de una poesía pura, cruzó también a toda la generación - si es que se le puede llamar así - a la que perteneció, siendo incluso él mismo una especie de mentor de ésta. Para este grupo poético, la poesía debía encarnar significados importantes, de formas exactas. Esto lo plasmó el poeta desde su primera obra: Cántico: Fe de vida (1928, 1936, 1945 y 1950), pero que fue cruzando todo lo que creó - Clamor: tiempo de historia y luego Homenaje: Reunión de vidas - hasta llegar a la culminación de aquella obra totalizadora que procuraba: Mientras el aire es nuestro. Incluso, luego proclamar que ya estaba terminada su escritura poética, el poeta amplió su antología, con Y otros poemas (1973) y Final (1981), que perfectamente llegaron a ser parte del mismo gran Libro.

Por lo tanto, para Guillén la forma es primordial: 'Y la forma, revelación de contenido, es algo más que revelación. La forma descubre, rehace, crea'[21].

Si pensamos en la concepción de Mallarmé de omitir al autor en virtud de la forma poética, esta adquiere aún más significado y se conforma como acto verbal que contiene a todo en sí mismo. Esa es la fe que tiene Guillén en las palabras, más allá de ligarla a su propia situación personal, como reflejo de vivencias particulares: 'El lenguaje es la meta maravillosa. Todo el esfuerzo se concentrará en la explotación de una mina inextinguible: las palabras'[22].

'Iba por un camino. Sin voluntario influjo De pronto sobrevino - no lo buscó el poeta - Y casual se produjo La gracia de un hallazgo. Inspiración, inquieta. Je ne cherche pas. Je trouve. «Yo no busco, yo encuentro.» Algo surge por don De un cielo ajeno dentro De mí: la inspiración.'

La inspiración poética se hace, en cierto modo, autónoma; el poeta no es completamente dueño de las palabras que profiere, sino que estas palabras adquieren vida propia, llegan sin ser buscadas:

'Se desbandas las palabras, Chocan, chirrían, pretenden Absoluta incongruencia. ¿Absurdo? Allá, por el universo, Todo está relacionado. Queda un último sentido.'

El poder de la palabra también se puede relacionar con lo que Derrida rescata en Mallarme: '¿No ha convertido Mallarmé en tema propio este poder idealizador de la palabra que hace desaparecer la existencia de la Cosa por la simple declaración de su nombre? Releamos una vez más:

Digo: ¡una flor! y, salvado el olvido al que mi voz relega algún contorno, en cuanto que algo distinto de los cálices conocidos***, se alza musical, idea misma y suave, la ausente de todos los floreros.'[23]

Puede establecerse el vínculo con los siguientes versos de Guillén:

'«Amapolas como...» No. Jamás ni «sangre» ni «fuego». Rojos pétalos silvestres, Indecibles. ¿No son los únicos? El nombre a la flor señala. Esas amapolas, ésas: Amapolas, amapola.'

'Indecibles': aquello que no es proferido y que, sin embargo, encuentra en la nominación la 'producción y aniquilamiento de la cosa [...] y, ante todo, creación, por el verso o por el juego de la rima, del nombre mismo'[24] y que Mallarmé también enuncia:

'El verso que de varios vocablos rehace una palabra total, nueva, extraña a la lengua y como encantadora, acaba con este aislamiento de la palabra...'[25]

En este sentido, lo que la palabra poética es capaz de hacer es extraer la esencia de las cosas - ahí está la aniquilación - y a la vez, hacer renacer la vida en la medida en que se pronuncia:

 

'No juego con las cosas, ya abstracciones.

Sólo desearía, de los seres

En cuya realidad muy firme creo,

Extraer su virtud, matiz, esencia,

Con amor y con fe decir la vida

Que está allá. Frente a mí, que es conquistable,

Sensación, no ilusión, objeto, verbo.'

 

 

Por último, el papel del lector en este juego es importante. Porque ahí está la vitalidad y la trascendencia del poema. La escritura trasciende la historia, se actualiza, el lector a su vez, se configura en un ser eterno, que viene a confirmar el valor eternizador y configurador de mundo de la poesía:

 

'Al amigo de siempre,

Juegos de imaginación,

Juegos con ciertas palabras.

Nadie se evade.'

 

 

Conclusión

Hablar de intertextualidad es siempre hablar de una re-escritura. Es hablar de la lectura como producción textual. El carácter infinito de la lectura denota el carácter infinito de la re-escritura.

Se ha pretendido en este análisis establecer una red de tejidos que se entrecruzan directa e indirectamente. Por un lado, en las relaciones explícitas o implícitas de Guillén y Martínez con Mallarmé y, por otro, las relaciones que entre estos dos poetas, uno español y el otro chileno, pueden existir, pensando en que parten de bases similares y que se preocupan por el valor de la palabra poética como configuradota de existencias.

Más que la demostración de una hipótesis, lo que se ha procurado es demostrar que tal relación es posible de contemplarse, aun siendo ambos poetas completamente distintos, tanto en escritura como en la reflexión y el contexto en el que se inscriben. Juan Luís Martínez es mucho más transgresor en este sentido. La idea mallarmeniana de poesía visual es completamente actualizada hasta el punto de convertirse en una poesía que admite todo tipo de elementos extrapoeticos, siempre en función de una idea importante de destacar: el Libro.

Es precisamente en este punto que surge el diálogo con Jorge Guillén. Mientras el aire es nuestro es el reflejo de esa idea de obra totalizadora, de fe en la palabra, de corresponder escritura y absoluto.

Absoluto que contempla dentro de sí mismo, las instancias más opuestas y que, sin embargo coexisten: sonido y silencio, palabra escrita y página en blanco. La reflexión de Guillén probablemente se queda en el planteamiento de esa idea de absoluto, mientras Martínez, como Mallarmé, manifiestan en su poesía el concepto de una manera grafica.

El objetivo del análisis ha sido el dar un paso más allá... más allá del clisé, más allá de la canonización del poeta como autor; sino plantearlo como un lector más, que, en la medida en que se deja leer, puede ser enriquecido.

 

Bibliografía

 

Fuentes primarias

Guillén, Jorge: Mientras el aire es nuestro.

Madrid, Cátedra, 1984

Mallarmé, Sthephane: Un tiro de dados nunca abolirá el azar

en http://marcelosaraceno.tripod.com/poemasmallarme.html

Martínez, Juan Luís: La nueva novela.

Santiago, Ediciones del archivo, 1985

 

 

Fuentes secundarias

Barthes, Roland: El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura

España, Paidós, 1994

Blanchot, Maurice: La escritura del desastre

Caracas, Monte Ávila Editores, 1990

Cabrera, Vicente: Tres poetas a la luz de la metáfora: Salinas, Aleixandre y Guillén. Madrid, Gredos, 1975

Debicki, Andrew: La poesía de Jorge Guillén

Madrid, Gredos, 1973

Derrida, Jacques: Mallarmé

en «Antología», Anthropos, Revista de documentación Científica de la Cultura, Suplementos, 13. Barcelona, 1989, pp. 59-69. Tomado de http://personales.ciudad.com.ar/Derrida/mallarme.htm

Diego, Gerardo: Poesía española: antología (contemporáneos)

Madrid, Signo, 1934

Lihn, Enrique: El circo en llamas

LOM, Santiago, 1997

Navarro, Desiderio comp.:Intertextualité. Francia en el origen de un término y el desarrollo de un concepto

La Habana, UNEAC, 1996

[1] Silver, Philip W.: Jorge Guillén 'Amigo de mirar', Cap. II, en Guillén, Jorge: Mientras el aire es nuestro. Madrid, Cátedra, 1984, p.37

[2] Guillén, Jorge: Mientras el aire es nuestro. Madrid, Cátedra, 1984. Todos los poemas serán sacados de esta edición, por lo que no se repetirá la referencia bibliográfica.

[3] Martínez, Juan Luís: La nueva novela. Santiago, Ediciones del archivo, 1985. Todos los poemas citados se sacarán de esta edición, por lo que no se repetirá la referencia bibliográfica.

[4] Derrida, Jacques: Mallarmé, en «Antología», Anthropos, Revista de documentación Científica de la Cultura, Suplementos, 13. Barcelona, 1989, pp. 59-69. Tomado de http://personales.ciudad.com.ar/Derrida/mallarme.htm

[5] Ídem

[6] Mallarmé, Sthephane: Un tiro de dados nunca abolirá el azar, en http://marcelosaraceno.tripod.com/poemasmallarme.html

[7] Ídem

[8] Barthes, Roland: La muerte del autor, en El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura, España, Paidós, 1994. P. 67

[9] Mallarmé, Sthephane: Un tiro de dados nunca abolirá el azar, en http://marcelosaraceno.tripod.com/poemasmallarme.html

[10] Blanchot, Maurice: La escritura del desastre, Caracas, Monte Ávila Editores, 1990. P. 17

[11] Perrone-Moisés, Leyla: La intertextualidad crítica, en Intertextualité. Francia en el origen de un término y el desarrollo de un concepto, Navarro, Desiderio comp., La Habana, UNEAC, 1996. P. 189.

[12] Derrida, Jacques: Op. Cit

[13] Lihn, Enrique: 'Juan Luís Martínez, La nueva novela', en El circo en llamas, LOM, Santiago, 1997. p.180

[14] Derrida, Jacques: Op. Cit.

[15] Cabrera, Vicente: Tres poetas a la luz de la metáfora: Salinas, Aleixandre y Guillén. Madrid, Gredos, 1975.

[16] Guillén, Jorge: 'Lenguaje y poesía', citado en Cabrera, Vicente: Op. Cit.

[17] 'El cisne troquelado'

[18] Lihn, Enrique: 'Juan Luís Martínez, La nueva novela', en El circo en llamas, LOM, Santiago, 1997. P. 179

[19] 'Nota 5'

[20] Diego, Gerardo: Poesía española: antología : (contemporáneos). Madrid, Signo, 1934.

[21] Guillén, Jorge: 'Lenguaje y poesía', citado en Debicki, Andrew: La poesía de Jorge Guillén. Madrid, Gredos, 1973.

[22] Ídem

[23] Derrida, Jacques: Op. Cit

[24] Ídem

[25] Íbidem