(Fragmentos del poemario inédito Rascacielos)

MANTRA 

Con las heridas de los dedos pinto  unos cuadros que compran a buen precio  los que me las hicieron.   

ARREBOLES EN QUEZALTEPEQUE    Llevo el mareo de escolar que espera a su rival del callejón  o del que cuenta con los dedos las décimas de nota que le faltan    los mismos dedos que en las sábanas deshechas buscan ese cuerpo ido  como si el blanco fueran teclas de un piano que resiste    la ducha helada antes del trabajo  cruzando en camioneta por la arena    donde yacen los muertos del partido  recostados y hermosos en su caos    como el naranjo de la tarde pintado por las fábricas  el morado del pómulo escolar y los pañuelos de la despedida    que se enarbolan cuán banderas: ser silla firme y mesa  un comedor de multitienda dándose forma con las manos. 

LAS PATAS DE LOS PÁJAROS    Calientes como el universo antes de armar galaxias  y comprimidos como ese universo, cual saco de dormir en la mochila  a punto de estallar  como quien pinta el altiplano mirando al sol de frente  o quien decide mientras corre buscar su muerte en otro sitio;  jugamos a engañarnos,   alzando el velo de otras novias como neblina que al volcán levanta,   la bufanda es el yugo que ha tejido la sobra de cariño y de minutos,  el vapor que madruga en las montañas.  Y recorremos los destrozos, así pisando lava   donde la noche es nuestra lengua y es nuestros dedos,  todo lo que se escapa de nosotros:  el sudor y las lágrimas, el semen  en las piernas delgadas y sin garbo  de flamencos rosados en la altura, picoteando los restos,  doblando el cuello hacia nuestra espalda,  rascándonos la tarde con las uñas de pájaras tan nuevas  como lagos congelados  apareciendo allí donde aleteábamos las aguas.   

ESTE CASSETTE TOCA SU VIDA    Luego de cinco órdenes de arresto  mi mamá invita a mi papá a la casa,  se pone linda, le cocina rico.  Con tres borgoñas y solos  mi papá me confiesa lo que eso indica: que lo ha hecho bien,  que las piernas que abre se mantienen abiertas.  Lo dice porque le conté del viernes:  cinco años sin verla y me tomó la mano.  Este cassette toca su vida  vida que rozo apenas  si con el dedo rebobino.  Mi papá y yo seguimos solos.   

BRENDA EN EL BUS PIRATA    No puedo salir sola ni en Juárez ni en Laredo  la cuatrocientos quince fue mi hermana.     Nunca he tenido sexo con chavos que estén sobrios  mi mirada derrumba los andamios.    Cargo y descargo bolsos más grandes que diosito  para la cuarta revisión de polis.    Pongo ojos de cuándo volverá mi turista  y cada noche me despido en serio.   

MERLINA    Merlina, su camión dice Merlina  y ambas esposas en Guadalajara  creen que es por la niña que salía en Los Locos Addams.  Claro, se enamoró de ella  antes que de la línea blanca de la autopista  que continúa sobre el escritorio   y en la pelusa de Merlina, la boricua de Houston.  Que ni siquiera llama interrumpiendo a la noche en su crujido  de catre de camión, en sus luces apenas y en su blanda  consistencia de catre de camión,  como las otras que se ríen y lo conocen demasiado  para trancar la puerta del negocio.  Las que saben por qué bautizó así su máquina  y le piden a Fátima que un día  ese camión se llame como ellas.   

EL PISO SUCIO Y LA LUZ PRENDIDA  Ningún servicio es tan básico, ni la luz ni el agua  y si de noche la ciudad pestañea sus brillos  tanto mejor se ve a oscuras. El ojo se acostumbra a todo.  El viaje en bus durará algunos meses  se habituará a dormir sentado, al pan con jamón y al café,  a ser discreto como un lago  y no como esta lluvia sobre el techo de cinc.  Un poco de baba sobre la almohada  que diga 'aquí durmió'  repetirá temas siempre variables  como el clima y su opinión del país extranjero,  porque usted está en contra de la belleza que se note  ―que parezca agarrable como un plato:  Miguel lava su auto en un pasaje  de Lima, Monterrey o de Santiago,  su esposa es güera o rubia como un sable.―  El bus, en cambio, es un país donde están de paso todos,  un poco trasnochados y malolientes  donde nadie hace el amor ni en los asientos ni en los baños.    MARTA EN EL MATRIMONIO DE SU HERMANO CHICO    Que eligiera la lámpara o su iluminación  o que entre el fuego y su calor  el agua y la humedad  quedara sólo una: la caricia o su alivio.  Él era dado a las opciones y yo siempre debía perder poco.  Esta vez quise hacerme   la loca con el ramo.  Metí conversa a quien pasara cerca  mientras la orquesta preparaba el rito.  El segundero ya no salta en cada segundo  este reloj desliza el skate  por mis cincuenta y siete  años soltera.  Jamás pensé que corearían mi nombre  todas las horas de vestidos, peinados y pinturas  que suman las que llevo haciendo clases  y quieren que me case, que cubra con las flores  el hoyo de esta trampa.   

ANDRÉS, LOS PECES CAMBIAN DE NOMBRE CUANDO LOS PESCAN  He comenzado a valorar la prudencia burguesa  cuando alojo en la casa de mi novia  con los carretes del vecino, la radio a máximo volumen,  las peleas, la tele que no apagan,  sobre todo las risas que se oyen al frente.    En mi casa materna hay silencio,  no venden leche ni matraca el gas.    Me reí mucho cuando un ex compañero de colegio  interrumpió mi baile para decir que siempre quiso  darle a mi ex. En otro sitio habría  que pegarle. Los más pobres se ofenden  si no ofrezco los puños. Si no los llamo juran ley del hielo    Como éste es facho, brindaría si al fin le confesara:  todos los resentidos que conozco  se enamoran  de la primera cuica que los pesca.   

LAS SILLAS BOCA ARRIBA SOBRE MESAS VACÍAS  Me enamora la mesera,  soy una espiga de trigo  doblada en su ventolera.  Aunque cubra sus pezones,  la camisa de franela  sólo existe en el espejo.  Pantalón a la cadera  bajo huesos que se asoman.  Yo me ahogo dentro de ella:  un combinado de naves  quemadas en sus peceras  castañas de ron cubano.    Hemos comenzado, observa,  a sentarnos para siempre  solos y en la misma mesa.  Quedándonos por un sorbo  no vaya a ser que se pierda  ―me siento el niño agachado  en busca de las monedas  que a nadie se le cayeron―  tras su fumadora espera  viéndose entre las rendijas,  mientras boca arriba cuelgan  estas sillas que ha tomado  junto al barman que la besa.   

VANGUARDIA     Los jóvenes poetas. Peligrosos  como artes marciales milenarias  en el gimnasio del burgués.    ME ABURRE EL JORGE CON SUS CUMBIAS    Con su cumbias a todo chancho  a todo chancho los domingos  cuando no barre la basura  que la tres cuatro tres bota  antes de irse con su mina  afuera de la micro adentro  él cree que no sé no supe  que al niño lo dejamos zeta  después que repitió de curso.    Ofrece ayuda un cabro lindo  nos invita de pura pena  a ver monitos en el cine  sexo no por el niño casi  parecía un hotel las luces  sobre su cara y sus ojazos  comimos donde yo limpiaba  le conté a todas las vecinas  con pan y lujo de detalles  para que el vuelco de esa noche  no pueda nadie deshacerlo  como un mojón bajo la lluvia.    JARDINERO DEL PARQUE GÓMEZ ROJAS     Junto las hojas con rastrillo  como sus manos juntan mis papeles.    La carretilla, pala y bolsa roja,  variantes de la bolsa de basura    donde van a parar mis fotos.  La limpieza del parque y de lo nuestro:    la sombra de uno la agrandaron  las ramas de los árboles.    Ella había cosido dos muñecos de género  copias pequeñas de nosotros    que tenían un aire de feria artesanal.  Sonríen bajo el polvo y piden baño:    separo sus camisas  buscando no rajarlas.    Tomados de la mano. Lavadora.  Aunque ya nos había dividido,    por vez primera la limpieza  nos descosió en harapos.   

SALAR  Sal de mesa. La piel granula  con el leve respiro el cuello  que se aparece sobre las poleras   horribles que te pones debajo cuando hay frío.  Dados de sal. Estatuas que confían  (en todas las pestañas de los ojos cerrados  tejiendo los cáñamos del lago en  que un viejo agarra un pez para su hijo)  que el frío se mantenga para ocultar la ropa. Pero aclara.   

DE     Toda tierra es desierto ocre  el adorno del árbol no debe confundirnos.  Se acumula la sal en panales de suelo y  las abejas también son un detalle.  Es un detalle que tu piel granule,  hexágono el comienzo: un  cristo crucificado en cada  juntura de los bloques del salar.  Saben si es mímica el silencio, cuáles voces se oyen de las nuestras.   

UYUNI    Éste es el lugar donde nada se acerca ni se aleja  donde deja de ser mi cuerpo lo que toco  y no siento los pasos (es como verte sin oírme).  Atardece en mis cuatro, seis, costados  y camino a la izquierda del sol como un demente.  Soy una línea recta, una línea  un turista entre gránulos blancos.  Reemplaza el plato caliente  a nuestro sol que se ha ido.   

SOMOS O NO SOMOS HERMANOS  Somos ocho en la pieza.  Tengo catorce años y duermo con mi hermana.  Sus muslos contra el pecho esperan  un portazo. Tirita el vidrio  como dos ojos que resisten algo.  A veces junto mis pestañas y las abro de golpe  para que se descuide nuevamente.