Este trabajo nace al alero de una investigación realizada para el curso “Teoría del Discurso” realizado durante el año 2006, en el que pretendimos dar cuenta y analizar en las diversas perspectivas que han reflexionado en torno a la relación y tensión entre Oralidad-Escritura. Nuestra reflexión pretende ser una síntesis de los diversos paradigmas y perspectivas que se abocado a la reflexión del tema en cuestión. Debido al escaso tiempo con que contamos para la presente ponencia, haremos un resumen de las principales teorías para concluir en una reflexión particular en torno a esta temática.

Comenzaremos atendiendo a la creciente preocupación por esta temática que se ha generado a lo largo de la historia, atendiendo a una relación evidente entre las dos dimensiones presentes en el discurso: oralidad/escritura. Los planteamientos surgirán desde los postulados de Aristóteles, quien, pioneramente, distinguió su retórica en una parte oral y otra escritural; su análisis se abocaría a esta última por ser más accesible a la investigación.

Ciñéndonos al ámbito de la lingüística, nos centraremos en primera instancia a los postulados del maestro estructuralista Ferdinand de Saussure contenidos en su “Curso de Lingüística General”, donde ambas dimensiones quedarán insertas en su dicotomía: “langue/parole” que requerirán para su estudio de dos enfoques diferentes; uno que referirá a la langue entendida como: “social en su esencia e independiente del individuo” y otro basado en la parole “parte individual del lenguaje”. Este enfoque considerará predominante centrarse en el estudio de la langue por ser un objeto de estudio más estable que la parole. En este sentido, continuaremos con una visión escindida como la propuesta por Aristóteles.

En este marco acogemos los estudios de Claire Blanche-Benveniste realizados en colaboración con su grupo de investigación Gars. La postura de esta autora servirá tanto para complementar como para complejizar los planteamientos de Saussure, siendo el vínculo entre oralidad y escritura entendido, a la vez, como conexión y correspondencia atendiendo a que “es necesario aceptar que ha habido caminos paralelos así como influencias recíprocas entre lo oral y lo escrito”. Entendemos con esto, un cambio en la valoración de ambas vertientes en tanto a sus diferencias.

Ciertas premisas paradigmáticas aceptadas por la teoría precedente serán derogadas por estos estudios:

- La escritura no será una simple transposición de lo oral. - La reflexión en torno a la lengua no será posible sólo gracias a la escritura.

Benveniste, finalmente, señala la necesidad de dos enfoques para abordar estas dos dimensiones del lenguaje.

Para caracterizar ambas dimensiones, de estructura independiente, Benveniste se centra especialmente en la oralidad donde señala los estudios han sido bastante recientes y donde los estudios han incurrido generalmente en el error de aplicar nociones propias del ámbito de la escritura en su investigación.

Las características centrales de la oralidad, que la legitimarían como objeto de estudio independiente serán:

Posee una naturaleza distintiva expresada en ciertas características como la generalización de repeticiones, titubeos, etc; que será percibida y concebida por el oyente como patología al sobrepasar las siete vacilaciones:

Nunca trató de eh como diría

de arreglar las cosas

de allanar

de li

de

de

de limar las asperezas (Baral 39,5)

La autora señala que más que escuchar u “oír” enunciados orales en una decodificación textual “del decir” (to say) del hablante, lo que generaríamos como oyentes sería una reconstrucción del “querer decir” atendiendo a la interpretación más plausible que nos permita acercarnos a la intención del emisor en un contexto determinado. Aún en casos de aparente ambigüedad, suscitada, por ejemplo, por una pronunciación similar: un des astres/un desastre (uno de los astros/un desastre), esta será superada por la colaboración del oyente al enunciado del hablante. En este sentido, Benveniste atiende a la relación particular que el sujeto establecerá con la oralidad ya que se generará un vínculo probabilístico con el enunciado, donde interpretaríamos todo lo posible con tal de posibilitar la comunicación; objeto último del lenguaje.

Siguiendo los postulados de Orson, la autora atiende a las divergencias y tensiones que podremos encontrar al interior de estos dos enfoques:

Muchas dimensiones de lo oral no podrán ser representadas por la escritura, por otra parte la Oralidad recurrirá permanentemente a ciertos recursos propios de a escritura lo que nos llevaría a escuchar enunciados tales como: “esto es todo y punto”, utilización que para la autora resulta característica en personas de cultura letrada. Existen discriminaciones que serán percibidas de manera más fácil en el ámbito de la escritura que en el de la oralidad, como es el caso de los números en francés:

60 12 (soixante, douze) que se confunde, fácilmente, con 70 (soixante-douze), o en el caso L´amour de la mére/de la mer (el amor de la madre/ del mar), ambigüedades que serán resueltas por la ortografía escritural.

Mientras los modos de producciones en la escritura se dan en un eje “sintagmático” representado en una disposición horizontal, en la oralidad encontraremos una disposición en apilamientos paradigmáticos ciertas idas y vueltas sobre un mismo eje de sintagmas, que permitirán la inclusión de cláusulas incisas y otros fenómenos propios de la oralidad.

Ludwig, complementará estas consideraciones con su estudio en torno a las lenguas créoles, entendiendo ambas dimensiones como dos “registres fonctionnels” diferentes que corresponderán por una parte a una dimensión gráfica y por otra a una fónica, configurándose como dos canales diferentes de comunicación. A partir de estas distinciones, señalará ciertos criterios externos al texto que reforzarían las diferencias anteriormente señaladas.

Mientras lo oral estará vinculado con una situación concreta de comunicación denominada “cara a cara” por darse de manera directa entre los interlocutores de una conversación, lo escrito que supera los límites de tiempo y espacio, se dirigirá a un vasto público estableciendo entre los que lo conforman una “relación de distancia social”.

Ludwig señalará, finalmente, que la comprensión de estas dos dimensiones como dos niveles opuestos constituirían una escala de transición; mientras la oralidad será concebida en un nivel de agregación, la escritura lo será en un nivel de integración.

Con las distinciones precedentes quisiéramos profundizar y concluir nuestro trabajo a partir de las reflexiones de Yus presentes en su artículo “cibernética: el lenguaje de Internet”. Nos ceñimos a su investigación, ya que consideramos relevantes sus postulados al considerar la confluencia de ambas dimensiones en el chat, perteneciendo ambos enfoques a dos usos de un mismo sistema lingüístico, que se unirían para generar un mensaje más eficaz y efectivo.

El chat es concebido como un nuevo tipo de comunicación desarrollada al interior de las sociedades modernas por medio de la Internet, utilizado por todos los sectores sociales independientemente de las variantes que presenten, ya sea diatópica, diacrónica o diafásica, en términos Coseriu, los que atienden, finalmente, a crear vínculos sociales al interior de la comunidad virtual de la que son parte.

Existirán ciertas características que definan a este nuevo tipo de comunicación como multílogo, concepto acuñado por Murphy y Collins, quienes lo conciben como una multiplicidad de diálogos simultáneos que tienen lugar en un mismo espacio. Las características de este discurso serán:

La comunicación se lleva a cabo sólo de forma textual. Es anónima (la mayor parte de la información puede manipularse, generando una suerte de “subjetivización del discurso”). No es necesario que los usuarios se conozcan. La ubicación de los usuarios puede situarse de manera geográficamente dispersa Es asincrónico en tiempo real (característica de la escritura donde el mensaje no se desarrolla directamente “face to face”).

Debido a todas estas características, el chat, constituirá para Yus, un nuevo tipo de categoría, que modificará la comprensión de ambas dimensiones de manera escindida, denominándolo “texto oralizado”, donde el objeto del hablante será a la vez comunicar un mensaje concreto mas con los matices esenciales de la comunicación oral, para lo cual recurrirá a una serie de elementos que permitan suplir la merma de elementos vocales o bien contextuales presentes en la comunicación cotidiana de los sujetos:

Para compensar la ausencia del canal auditivo, el sujeto querrá connotar en el texto una sensación de oralidad acudiendo a ciertas variaciones intencionadas, por ejemplo, en la prosodia observaremos la compensación del tono utilizado para denotar énfasis por medio de una reiteración fonemática:

: tenía gaaaaaaaanas de verte! dooooooonde estabas?

Para compensar la ausencia del canal visual requerido en la comunicación “cara a cara”, el sujeto acudirá a los denominados emoticonos, composiciones tipográficas cuya unión (una vez que el lector haya girado su vista en 90 grados hacia la izquierda) parece formar diversas actitudes representativas de las actitudes que podría adoptar nuestra cara en una interacción cotidiana. Estos son del tipo:

:-) :-( :-S :-P

CONCLUSIONES

Finalmente, quisiéramos elaborar una pequeña conclusión sobre la base de una perspectiva crítica frente a los estudios previamente presentados. En este trabajo, quisimos contraponer distintas teorías que nos permitieron constatar primeramente una oposición radical entre oralidad-escritura finalizando en una comprensión, como la contenida en el estudio de Yus, de ambas dimensiones como un “continuum” o bien como dimensiones que se requieren como en el caso del chat.

La unión de ambas dimensiones en esta nueva manera de comunicarnos adoptará ciertas propiedades tanto de la escritura como de la oralidad. En este sentido, consideramos menester atender al fenómeno generalizado de este nuevo tipo de comunicación, en desmedro de la comunicación suscitada en un escenario cotidiano.

Este nuevo tipo de comunicación ha generado, se quiera o no, un nuevo tipo de relación entre los participantes de la comunicación denominados en este ambiente como usuarios, donde no es necesario develar una identidad real, donde podemos interrumpir la conversación cuando lo deseemos dependiendo de nuestra voluntad sin considerar a un otro, donde se han superado limitaciones del tipo geográfico, como también limitaciones como las que se generaban al percibir el potencial agresivo que contienen todas las conversaciones; las personas se muestran más efusivas y espontáneas, sintiendo un menor riesgo en que su imagen se vea dañada. Este tipo de comunicación para Yus requerirá de un nuevo tipo de alfabetización donde el sujeto debe desarrollar una competencia necesaria para ser partícipe de esta nueva forma de comunicarse.

La creación de un nuevo código utilizado por los participantes se caracterizará por la habilidad de reconocer enunciados como:

En sustituciones léxicas: “Salu2” En sustituciones grafemáticas: “ke es esto”

El sujeto, en este tipo de comunicación, acudirá a una suerte de construcción de sí mismo acudiendo a un nick o apodo específico que elige para definir su propia identidad o bien manifestar su estado, sus pensamientos, o ideas que quiere compartir; dándose a conocer, finalmente, a través de su propia decisión frente al mundo circundante.

Personalmente, hemos acudido a estas estrategias. Asimismo, hemos observado algunas frases que nos parece relevantes mencionar:

“esta semana quiero tomar de todo salvo decisiones” “fui triste hasta que me fui contenta” “desde que perdí lo que más amaba comencé a amarlo todo” “a falta de sentido comienza la búsqueda”, entre otras

Este tercer género intermedio: “texto oralizado” propuesto por Yus nos conduce, finalmente, a cuestionarnos respecto al tipo de comunicación que como sujetos modernos estamos sosteniendo.

Quisiéramos, para concluir, plantearnos ciertas interrogantes: ¿por qué resultaría más expresiva y satisfactoria una comunicación establecida de manera virtual muchas veces entre sujetos anónimos? Comunicar, a nuestro parecer, no sólo debe ser concebido desde un punto de vista de qué se comunica sino cómo se comunica. En este sentido, ¿de qué manera una conversación mediada por el anonimato virtual podría suplir la conversación cara a cara? o ¿de qué manera la elaboración de un nuevo código desarrollado en el chat acentuaría la deficiencia lectora que posee la mayoría de los sujetos de la sociedad chilena?, ¿es la reducción lexemática, sintáctica y morfológica del chat un reflejo de esta situación de precariedad? Consiguientemente, ¿acudimos a una parcelación de lo que significa representar la realidad?

Con estas consideraciones finales sólo quisimos problematizar un fenómeno que se encuentra inserto en nuestras vidas siendo cada vez más frecuentes las noticias que nos informan de gente que crea vínculos estrechos que los llevan a situaciones tales como contraer matrimonio, tener sus únicos o mejores amigos por este medio, o generar las conversaciones que no fueron posibles en este mundo moderno que ha reducido el tiempo requerido para estrechar nuestros vínculos cotidianos potenciando un tipo de comunicación anónima, donde no se observa una interacción real, donde el uno y el otro se escabullen tras un mensaje textual complementado de cierta oralidad.

Ambas dimensiones: oralidad y escritura, finalmente, se unen en este tipo de comunicación que hemos elegido y que requerimos como seres modernos, ya que ante todo somos y nos constituimos como seres significantes que simplemente y a toda costa queremos expresar.

REFERENCIAS BILBLIOGRÁFICAS

Blanche-Benveniste, Claire, 1998, Estudios linguisticos sobre la relación entre oralidad y escritura. Barcelona: Gedisa. Saussure, Ferdinand de, 1993, Curso de lingüística general. México: Fontamara. Yus, Francisco, 2001, Ciberpragmática, el uso del lenguaje en Internet. Barcelona: Ariel.