Por un momento cierre los ojos y represente mentalmente a su padre y su madre, enmárquelos como si se tratase de una fotografía, haga ingresar al encuadre a sus hermanos si los tiene y deje disponible algunos espacios para que pasen abuelos, tíos y primos; si le parece importante deje cupos para vecinos, amigos, maestros. Observe luego esta fotografía familiar y dígase: Esta gente ha influido en mí... Hasta aquí todo irá bien. Luego pregúntese: ¿De qué manera? y sobrevendrá la angustia. Traspase las preguntas al daguerrotipo: ¿falta alguien? ¿están en las poses adecuadas? ¿Pertenecen a una misma época de su vida? Usted ha estado detrás del lente, ahora pase adelante y ubíquese: ¿Qué edad tiene? ¿hay concordancia entre su edad y la edad de sus personajes? ¿Más cerca de quién se ha colocado? ¿hacia quién mira? ¿quién lo mira a usted?
Enciérrese a sí mismo en un círculo y sitúese frente a un espejo convexo, John Ashbery le dirá: "El alma ha de permanecer donde está, aunque se inquiete, oyendo gotas de lluvia en el cristal, el suspirar de las hojas de otoño azotadas por el viento, anhelando estar libre, fuera, pero debe quedarse posando en este sitio. Debe moverse lo menos posible. Esto es lo que dice el retrato".